Los buenos propósitos vencen nuestras inercias, monotonías que apagan la chispa de nuestra existencia; nos mantienen vivos y animan a seguir adelante.
El comienzo de un nuevo año es buen momento para plantearse cosas, rectificar o prescindir de lo que entendemos nos estorba y abordar nuevas perspectivas, actitudes y propuestas que dinamizan y potencian lo mejor de nosotros, aquello que queremos desarrollar, nos hace crecer y amplía nuestros horizontes.
Ante la inmensidad de posibilidades, es importante establecer metas pequeñas, a corto plazo, en línea de lo que se quiere; pretender abarcar todo de golpe tropezaría con nuestra impotencia. Mejor mesura y poquitas cosas, pero sobre todo, empeño y PERSEVERANCIA.
El higienismo físico y mental mantiene e impulsa la mejor calidad de vida humana. Cuidar la dieta, alimentos saludables, hidratación (beber), paseos al sol y aire libre (ejercicio físico básico adaptado a la persona y su vivir cotidiano), tiempos gratos consigo mismo, cuidar el sueño y el descanso... Generando todo ello hábitos saludables que alimenten una motivación gratificante por el propio bienestar.
El siguiente factor, básico, para incrementar la calidad cotidiana de vida es la relacionalidad. Tener personas con las que charlar, comunicar, escuchar, compartir tiempo y actividades, tareas de grupo físicas (gimnasia, pilates, yoga...), mentales (foros de lectura, debates...) o espirituales (meditación, mindfulness, oración... que pueden trabajarse en grupo y en soledad).
Sentando ambos pilares básicos para una vida equilibrada, serena y grata, se pueden ampliar propósitos de crecimiento personal, trabajando la expresión creativa, la inquietud intelectual con talleres, cursos... que se ofertan por doquier.
Finalmente, embelleciendo y dinamizando estas tareas, las actitudes positivas que debemos cultivar en la vida, la gratitud, la amabilidad, la sonrisa, el no hacer caso de agravios sin interés, ni dar demasiada importancia a lo que no lo tiene, asumir con paz los propios límites, aceptar a las personas como son y no como nos gustaría, sonreír a la vida, a nosotros mismos y a los demás y reír, es decir, cultivar ese humor que alegra divertidamente e ilumina la vida..
Todo ello supone el humos que alimenta la felicidad más sencilla y honda de la existencia. Porque de eso también se trata, con las cosas más simples, aprender a ser felices para hacer felices a los demás.