También ocurre: del griego queros, regocijarse, querofobia significa miedo a ser felices, a disfrutar de la vida, no darnos permiso para el gozo y la alegría, llegando a ser una trampa peligrosa de la que nos debemos liberar. Así viven quienes piensan que la felicidad es un sentimiento del que se debe huir... por miedo. Como si no fuera merecida o porque la entienden como una situación tan efímera y fugaz, que asusta lo que puede llegar después.
He conocido personas que nunca vieron momento de superar un duelo (tras un tiempo normalizado razonable), no se daban a sí mismas permiso para disfrutar de la vida, todo les sabía a traición, ¡cómo iban a alegrarse cuando el ser querido no estaba allí para disfrutarlo igual!
Otras veces, el miedo a ser feliz nace de la extrema vulnerabilidad que sentimos, pensamos que no durará eternamente y después llegará un bajón o adversidad que nos da terror.
O llega por exceso de perfeccionismo o autoexigencia, con lo cual, el listón estará siempre demasiado alto para podernos autogratificar.
Las preocupaciones de la vida van a estar siempre ahí, pero dejarse atenazar por ellas tampoco es solución. Sin embargo, hay personas que parecen "necesitarlas" para sentirse vivas, no quieren saber de descanso o distracción, les suena a "irresponsabilidad".
Hay que pararse ante sí mismo y ante la vida y preguntarnos si eso es lo que queremos de verdad, si elegimos para nuestro presente futuro ese tenso negro gris. Si tenemos la fuerza de voluntad suficiente para escapar de la zona negativa de confort que nos subyuga y esclaviza sofocando nuestra libertad.
Porque solo cuando queramos salir de esta jaula, no antes, podremos hacer cosas concretas para escapar.
Cuando estemos decididos, la voluntad sola tampoco podrá con ello, habrá que ayudar con estrategias conscientes que que allanen el camino:
Empezar por concienciar y reconocer pensamientos, actitudes y conductas que perpetúan nuestra anclaje en una infelicidad no deseada . Y repetirse a sí mismo con convicción: Quiero liberarme, quiero ser feliz.
Tampoco ponerse tenso por ello, porque no es cuestión de puños sino de relajar, dejarse hacer, escuchar al cuerpo en el descanso, en sencillos y gozosos placeres de la vida, respirar hondo, nutrirse adecuadamente, descansar bien.
Las pre-ocupaciones, mejor obviarlas hasta que sean ocupaciones y haya que encargarse realmente de ellas. Intentar centrarse en el presente y no en un pasado que ya no es (del cual hay que extraer la lección que nos diera, y luego pasar página y olvidar); ni en un futuro que tampoco es y para el cual las elucubraciones previas, que nunca suelen acertar, suponen un desgaste de energía devastador.
Aprender a expresar lo que sentimos, pensamos y vivimos, como Arte de Comunicar es fundamental para poder ser feliz, somos seres sociales, con lo cual los demás serán siempre nuestro mejor reflejo, apoyo, fuente continua de autoconocimiento y alegría (también de penas, incomprensión y sinsabores, con lo cual, las habilidades sociales HHSS serán siempre reto pendiente e importante meta de aprendizaje a conseguir).
Las personas que queremos y que nos quieren serán siempre el gran y mejor apoyo con el que cuenta el que quiere ser feliz.
Conectar consigo mismo. Lo hayamos descubierto o no, todo ser humano lleva dentro, innato, un pozo de secreta felicidad y alegría. Hay que aprender a bucear en su fondo, porque está. Y hallarlo, porque nos espera. Es el núcleo más puro de la propia autenticidad, aquella que nos conecta con lo profundo de las cosas, de los seres y de toda realidad.
Hay que alejar temores inciertos en la vida, disfrutar de todo lo bueno y bonito que nos ofrezca y llegue a través de ella; perder simplemente este miedo es empezar a ser feliz.