No se puede estar pendiente de lo que dicen los demás. Es una jaula que nos condiciona e induce una vida falsa, que no es nuestra, una trampa.
Hay personas con enorme dependencia emocional del criterio ajeno, los comentarios negativos, las críticas las destruyen.
Quien sufra esta dependencia emocional tiene siempre tiempo de sanar, de aprender, de liberar su vida. Es verdad que las personas que nos rodean son importantes, ayudan a conocernos porque nos hacen espejo, gracias la interacción humana, completamos el conocimiento propio y descubrimos también a los demás. Crecemos y maduramos. Por eso es bueno mantenerse receptivo, el criterio ajeno enseña, orienta, ofrece perspectivas diversas que amplían el limitado horizonte particular sobre la realidad. También es normal que unos criterios nos importen más que otros, por la cualificación personal, poder de sugestión o afecto. Todo lo cual no significa que nadie tenga que disponer, dirigir, manipular nuestra propia vida.
El reto está en escucharlo todo y a todos, unos y otros, apreciar y valorar todo lo que nos llega, tenerlo en cuenta. Pero al final... DECIDES TÚ.
Porque hay que tener también en cuenta algo muy importante. Lo que piensan o sienten otros refleja más su realidad que la tuya, porque proyectan su propia experiencia de vida, aprendizajes, problemas emocionales o heridas del camino sobre los demás. Por eso mismo no debe condicionar como a veces lo hace.
Así, la posible negatividad ajena no debe hacerse personal, como tampoco un exceso de halago y gratificación, una seguridad que nos ensorberbece; hay que poner siempre distancia razonable y necesaria para que tanto una actitud como la otra nos deje el mensaje justo que podamos aprovechar (todo en la vida enseña), pero sin desestabilizarnos en un sentido o en el otro. Tampoco hace falta discutir la hipercrítica, mejor distanciarse elegantemente e ignorar si nada nos aporta. A veces ayuda sentir compasión, porque quien lanza sin control su furia o crítica mordaz sobre los demás suele estar al límite de muchos problemas personales que necesita vomitar. No permitas que te salpique, es problema suyo y no debe implicarte a ti.
Tarea nuestra será siempre encontrarnos con nosotros mismos, el reto de la autenticidad, confiar en ella y vivir la vida con sencillez; aprender de todo lo que nos llegue, nos guste o no, y procurar en todo momento dar lo mejor de nosotros mismos. No hay receta más sencilla para ser serena y auténticamente feliz.