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Y también, "El amor nos humaniza..., embellece la vida".
Las dos ideas son ciertas y se complementan, porque la vida humana está tejida de penas y alegrías, risas y llanto, dulzura y dolor, tiempos de adversidad o bonanza. Y justamente, la clave para no perderse en ello se llama Amor.
Un amor que está más allá del sentimiento. Un amor que no será siempre fácil ni espontáneo (más valioso, si difícil), pero que si es amor, los buenos frutos a corto, medio o largo plazo, están asegurados.
Tal amor ha de estar dirigido a la vida misma, en general. Vida que comprenderá personas, circunstancias, condiciones más o menos asequibles o adversas, situaciones concretas... además de uno mismo, que también cuenta.
- Amar a los demás se hace fácil cuando descubrimos y trabajamos esa maravillosa capacidad que llamamos empatía; el otro se nos revela entonces como un alter ego del que siempre hallaremos algo que aprender. Sus propias sombras, si no idénticas, tendrán reflejos de las sombras que nosotros proyectamos, y las fortalezas del otro estimularán y animarán las nuestras. Cuando se logra empatizar, entender profundamente a alguien, el amor crece sin esfuerzo y no se deja llevar por apariencias.
- Aceptando y amando al otro, estaremos creciendo también en el recto amor a nosotros mismos. Lo cual es fundamental, porque si esto no se logra: autoaceptación, cariño y paciencia consigo mismo, añadiendo un esfuerzo motivado para crecer, madurar y ser capaces de dar siempre lo mejor de nosotros, no seremos capaces de amar como conviene. Estaremos necesitando al otro, manipulándolo o dependiendo emocionalmente de los demás (todo ello aspira a ser amor, pero supone solo un intento inmaduro que debe crecer aún mucho más).
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Ambas maneras de amor, a nosotros mismos y a los demás se alimentan mutuamente y dependen uno del otro para acreditarse; es decir, si falla uno, difícilmente el otro será real.
- Y el amor al resto de circunstancias, situaciones, condiciones que vayan llegando en la vida podemos situarlo entre los dos amores básicos anteriores (a uno mismo y a los demás), pues también se alimenta de ellos. Si aquellos dos pilares son fuertes, harán fácil la aceptación de la vida, tal como venga, en la dicha y en la adversidad, como las dos caras de una misma moneda valiosa, porque así es y así funciona nuestra realidad humana.
- Toda circunstancia, por difícil y adversa que nos parezca, llega de la mano de una Vida que es Maestra y nos enseña. Todo acontecer conlleva una experiencia, a veces importante, por su sentido de reto y de prueba, que se solucionará siempre con Paz-ciencia (el arte de los sabios), tesón y Confianza.