martes, 11 de septiembre de 2018

AMAR


Leía un día el artículo de una reflexión personal concluyendo con una frase tan sencilla como  profunda:   "En ocasiones, la caricia del amor es el dolor"
Y también,  "El amor nos humaniza..., embellece la vida". 

Las dos ideas son ciertas y se complementan,  porque la vida humana está tejida de penas y alegrías, risas y llanto,  dulzura y  dolor,  tiempos de adversidad o bonanza. Y justamente,  la clave para no perderse en ello  se llama Amor. 

Un amor que está más allá del sentimiento.  Un amor que no será siempre fácil ni espontáneo (más valioso, si difícil),  pero que si es amor,  los buenos frutos  a corto, medio o largo plazo,  están asegurados.  

Tal amor ha de estar dirigido a la vida misma,  en general.  Vida que comprenderá  personas, circunstancias, condiciones más o menos asequibles o adversas,  situaciones concretas...  además de uno mismo, que también cuenta.  

     - Amar a los demás se hace fácil cuando  descubrimos y trabajamos esa maravillosa capacidad que llamamos empatía;   el otro se nos revela entonces  como un alter ego  del que siempre hallaremos algo que aprender.  Sus propias sombras,  si no idénticas,  tendrán reflejos de las  sombras que nosotros proyectamos,  y las fortalezas del otro  estimularán y  animarán las nuestras.   Cuando se logra empatizar,  entender profundamente a alguien,  el amor crece  sin esfuerzo y no se deja llevar por apariencias.  

     - Aceptando y amando al otro,  estaremos creciendo también en el recto amor a nosotros mismos.  Lo cual es fundamental,   porque si esto no se logra:  autoaceptación,   cariño y paciencia consigo mismo,  añadiendo un esfuerzo motivado para crecer,  madurar y ser capaces de dar siempre lo mejor de nosotros,    no seremos capaces de amar como conviene.   Estaremos necesitando al otro,  manipulándolo o dependiendo emocionalmente de los demás  (todo ello aspira a  ser amor,  pero supone solo un intento inmaduro que debe  crecer aún mucho más). 

Ambas maneras de amor,  a nosotros mismos  y a los demás  se alimentan mutuamente y dependen uno del otro para acreditarse;  es decir,  si falla uno,  difícilmente el otro será real. 

       Y el amor al resto de  circunstancias, situaciones, condiciones que vayan llegando en la vida  podemos situarlo  entre los dos amores básicos anteriores (a uno mismo y a los demás),  pues también se alimenta de ellos.  Si aquellos dos pilares son fuertes,   harán fácil  la aceptación de la vida,  tal como venga,  en la dicha y en la adversidad,  como las dos caras de una misma moneda valiosa,  porque así es y así funciona  nuestra realidad humana. 

      - Toda circunstancia,  por difícil y adversa que nos parezca,   llega de la mano de una Vida que es  Maestra y nos enseña.    Todo acontecer conlleva una  experiencia,  a veces importante,  por su sentido de reto y de prueba  que se solucionará siempre  con  Paz-ciencia (el arte de los sabios), tesón  y Confianza.    





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