domingo, 23 de junio de 2019

NECESIDAD DE CONTROL



Existe un parámetro en Psicología  para estudiar la personalidad humana  denominado "tolerancia a la incertidumbre",   que se mueve en gradientes de intensidad  alta, baja o normal.    En sentido inverso,  informa sobre la necesidad de controlar las cosas que nos rodean (situaciones, presente-futuro, incluso personas), todo lo que se relaciona de alguna manera con la propia vida. 

 Es una forma indirecta de medir la inseguridad de las personas  y en algunos,  la necesidad de control  resulta tan acusada que la menor incertidumbre  causa una ansiedad obsesiva que llega a ser patológica.   

Un mínimo de control y planificación en la vida  son importantes y necesarios para organizar el propio tiempo y la actividad.  El problema comienza cuando se extralimita y se obsesiona,  focalizando y magnificando, en exclusiva,  detalles insignificantes de  la vida cotidiana.  

La tolerancia a la incertidumbre va de la mano de la tolerancia a la frustración  en personas inseguras, con baja autoestima, muy pendientes de la opinión de los demás.   Más allá de cualquier apariencia,  son personas débiles  y vulnerables  con gran tendencia a un perfeccionismo  escrupuloso y a conductas maniáticas (orden obsesivo, limpieza...) que le producen cierta ilusión de control.  En el fondo de todo ello,  late el miedo como emoción básica primaria.

Decíamos  que  dicha característica tiene diversos niveles en las personas.  Puede ser muy bajo,  pero también normal, y darse de forma no patológica,  organizando sabiamente la vida  sobre la marcha,  siempre abiertos a cualquier cambio en libertad para adecuarse lo mejor posible a las demandas del momento.

Las personas que se mueven con necesidad de control baja o normal  poseen una clave elemental que  equilibra esta tendencia en la psique y en la vida:  es imposible controlarlo todo.   Hace más de 2000 años,  Epícteto, de la escuela Estoica, afirmaría:   "La felicidad y la libertad comienzan con la clara comprensión de un principio: algunas cosas están bajo nuestro control y otras no. Sólo tras haber aprendido a distinguir entre lo que podemos controlar y lo que no, serán posibles la tranquilidad interior y la eficacia exterior".

Reinhold Niebuhr,  filósofo y teólogo, en su "plegaria de la Serenidad",  se sitúa en la misma línea:  "Señor, dame  Serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, Valor para cambiar las cosas que puedo y Sabiduría para poder diferenciarlas". 

Todos  tenemos alrededor nuestro un Círculo de preocupación  más allá del cual nada nos afecta ni nos importa;  y un Círculo de influencia en el interior de aquel:   cosas y situaciones,  dentro de lo que nos preocupa,  sobre las cuales sí podemos actuar o incidir influyendo de manera proactiva.    Pues bien.  Se trata de centrarse en la propia zona de influencia y aceptar todo lo demás que ocurra,  aunque se encuentre  en el círculo de preocupación,  pero que no depende de nosotros,  sino  de los demás o de los azares de la vida. 

Como afirma Stephen Covey,  saber poner el foco en el propio círculo de influencia es característica común de aquellas personas efectivas en la vida. 

                                         

martes, 11 de junio de 2019

QUÉ HACER CON LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS





     ¿Qué pasa cuando un pensamiento se nos cuela dentro  y no deja de dar vueltas en nuestra mente...  especialmente  cuando es una idea negativa,  insidiosa,  que no nos deja en paz y a la que tampoco podemos dar respuesta inmediata para atajarla?

A menudo  perdemos la paciencia por el pensamiento zumbón que nos persigue,  entramos en zozobra,  y hacemos lo  posible  por alejar semejante incordio de nuestra vida. 

Pero, ¿es ésta la estrategia adecuada,  la que más conviene y nos libera?   La respuesta es No.

La opción correcta es  proactiva (no reactiva,  como la anterior) y  pasa por la aceptación.  Supone aprender a no hacer caso,  como quien oye llover.  El que algo nos dé vueltas  interiormente es normal y   forma parte de la vida:  el lenguaje interior suele encargarse a menudo  de llevarnos al pasado para lamentarnos  o al futuro para temer.  Pero la no aceptación o  evitación de esta negatividad  que a menudo nos persigue,  justamente nos esclaviza a ella,  y cuando sobrepasa un umbral de "enganche" y nos controla,  el pensamiento se vuelve obsesivo en un círculo cerrado y  vicioso que llamamos  rumiación.  

 Con  actitudes de aceptación,  será  nuestro Yo consciente  quien  retomará el control,  alejándose del vaivén de olas poderosas que parecen  desafiar nuestra frágil barca a la deriva. 
La aceptación pacífica y la tolerancia de estas situaciones,  tan cotidianas y habituales en la vida,  genera  una misteriosa Confianza que aprende a  flotar en ese mar impetuoso y potencialmente amenazador,  sabiendo  que,  análogamente,  la vida misma nos mantendrá igual a flote de una y mil maneras.  

Para lograr esta aceptación   hay que atender al lenguaje.  Porque es el lenguaje  el que nos esclaviza al pensamiento negativo que no deja de verbalizarse en la mente  y llevarnos al pasado o al futuro,  de manera obsesiva a veces, dejando escapar el presente real que nos vive.  Hay que generar  automensajes conscientes que desactiven los pensamientos negativos, anulando su efecto:  "no me voy a inquietar ahora,  cuando las cosas lleguen,  lo solucionaré";  "si esta persona se portó mal conmigo,  seguramente no tenía un buen día,  como nos pasa a todos"... etc. 

Para ayudarse,   interesa,  a nivel mental,   mantener  los propios valores,  motivaciones y metas,  teniendo siempre en cuenta  lo que realmente nos importa en la vida,  más allá de cualquier  malestar que nos interfiera. 

Físicamente,  hacer deporte y caminar al aire libre  son capaces de renovar el ambiente interior,  sanearlo,  y producir valiosas endorfinas capaces de hacer frente al  pensamiento "okupa" que nos zahiere.