martes, 30 de noviembre de 2021

PACIFICAR LA MENTE

 

   

Es importante en esta vida aprender a controlar las emociones.
Pero  bien sabemos que a veces no resulta nada fácil, porque surgen sin más y nos dominan: alegría, tristeza, ira, miedo, sorpresa, repugnancia...

Podríamos decir que ninguna emoción es negativa en sí, porque todas cumplen una función en la vida  y buscan protegernos de manera adaptativa.
Pero sí pueden interferir en nuestras metas,  de manera inadecuada, cuando no se saben manejar de manera conveniente. Tan nocivo será un estado de euforia cuando la ocasión requiere seriedad y concentración, como la tristeza o la ira cuando hace falta estar con ánimo constructivo y motivado.

La vida es una escuela exigente que nos plantea retos constantemente, pruebas a superar y objetivos que alcanzar.   Si logramos alinear las emociones adecuadas de manera sinérgica a los objetivos, habremos orientado de manera consistente el ser hacia lo q realmente  queremos, deseamos y aspiramos.

Cuando sentimos en nuestro interior emociones tóxicas que no cesan de dar vueltas, ocupar la mente y alterar el corazón, sin que supongan una alternativa válida para la situación en cuestión, hay que aprender a reconducirlas.

A nivel cognitivo, en la mente, el pensamiento es el gran aliado para controlar nuestra "murmuración interior",  a veces negativa y resentida, procurando pensamientos más positivos, objetivos y esperanzados. 

Y para ayudar la calma y un mejor tono anímico en estas ocasiones, te ofrezco una TÉCNICA EFICAZ  para serenar la mente alborotada y centrarla en el presente, lo único real que en cada momento existe (lo pasado ya se fue y el futuro está siempre por llegar). Si serenas la mente, pacificarás el ser. 

Vendría a ser un ejercicio de atención plena (mindfulness), que incluye la dimensión motora del  cuerpo, lo cual se consigue con una adecuada ralentización del movimiento.

Con lo cual, allá donde estés (y puedas activar este ejercicio), respira hondo y detente unos segundos.  A continuación, sigue con lo que estabas haciendo, sea lo que fuere,  pero muy despacio y relajado, como si faltara la gravedad  como si te movieras, casi ingrávido, en la estación espacial o sobre la superficie de la luna.   Un tiempo:  haz que suene la alarma de tu móvil,  5, 10, 15 minutos,  lo que creas que puedes mantener la tarea  bien hecha, con la conciencia y atención correctamente situadas en ti  mismo, en las sensaciones de tu cuerpo y el propio movimiento. 

Cuando suene la alarma, te detienes y haces un buen estiramiento general de músculos  (como si te estuvieras desperezando, ampliamente) y respiras hondo.  Comprobarás que te sientes renovado,  más tranquilo,  como si regresaras de otra dimensión y permaneciera contigo su paz. 

Haz esto una vez al día o varias si puedes.  Notarás cómo todo se va apaciguando en ti y cambia tu perspectiva sobre aquello que  te agobiaba.  Respira, sereno, tu propia paz.



martes, 9 de noviembre de 2021

Y TEN EN CUENTA A LOS DEMÁS

 


Sí,  no te olvides de ti y ten también en cuenta  a los demás. Porque importan mucho, porque te completan.

El ser humano no puede aislarse de los otros,  porque son una prolongación de sí mismo.
Acercándose a los demás se acerca también al propio yo, alejándose de ellos se aleja también de sí.

Nos necesitamos los unos a los otros, lo cual no significa esclavizarse a nadie ni depender excesivamente  de ningún otro.
Pero mantenernos unidos, conectados con los demás, generando vínculos cordiales, colaborativos, solidarios, prosociales, constructivos,  nos procura vida de calidad, más gustosa y feliz, sin esa sensación de vacío que produce una soledad mal gestionada. Nos hace mejores personas y avanza un mundo más justo y grato para todos.

Puede uno vivir acompañado y sentirse tremendamente solo.
Y se puede vivir solo pero nunca sentir negativamente la soledad, sintiéndose pleno, rico y vivo por dentro, bien comunicado.

La conexión con otros, a distintos niveles, fortalece la empatía, esa compresión profunda de lo que puede estar viviendo el otro, como si estuvieras en su propia piel y calzaras sus zapatos. La cual empatía supone también una fuente inagotable de conocimiento propio.
A menudo, los demás se convierten en nuestro espejo.

El equilibrio entre nosotros mismos y los demás se sitúa en un punto adecuado de la realidad, que se sostiene por sí misma, pero se ancla en muchos nodos que, junto a una libre y responsable gestión,  garantizan una estabilidad  fiable, personal y social.

No olvides a los demás,  todo amor en siembra volverá a ti multiplicado.