Sí, no te olvides de ti y ten también en cuenta a los demás. Porque importan mucho, porque te completan.
El ser humano no puede aislarse de los otros, porque son una prolongación de sí mismo.
Acercándose a los demás se acerca también al propio yo, alejándose de ellos se aleja también de sí.
Nos necesitamos los unos a los otros, lo cual no significa esclavizarse a nadie ni depender excesivamente de ningún otro.
Pero mantenernos unidos, conectados con los demás, generando vínculos cordiales, colaborativos, solidarios, prosociales, constructivos, nos procura vida de calidad, más gustosa y feliz, sin esa sensación de vacío que produce una soledad mal gestionada. Nos hace mejores personas y avanza un mundo más justo y grato para todos.
Puede uno vivir acompañado y sentirse tremendamente solo.
Y se puede vivir solo pero nunca sentir negativamente la soledad, sintiéndose pleno, rico y vivo por dentro, bien comunicado.
La conexión con otros, a distintos niveles, fortalece la empatía, esa compresión profunda de lo que puede estar viviendo el otro, como si estuvieras en su propia piel y calzaras sus zapatos. La cual empatía supone también una fuente inagotable de conocimiento propio.
A menudo, los demás se convierten en nuestro espejo.
El equilibrio entre nosotros mismos y los demás se sitúa en un punto adecuado de la realidad, que se sostiene por sí misma, pero se ancla en muchos nodos que, junto a una libre y responsable gestión, garantizan una estabilidad fiable, personal y social.
No olvides a los demás, todo amor en siembra volverá a ti multiplicado.
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