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Respirar es indispensable para la vida en la tierra. Esto lo sabemos bien y todos tenemos experiencia.
Pero de lo que no somos tan conscientes, es que, a menudo, no sabemos hacerlo como conviene y perdemos muchos de sus beneficios saludables, para el cuerpo y para la mente.
El ser humano, a lo largo de la vida, va afrontando experiencias de diversa índole que, para bien o para mal, quedan grabadas en el propio cuerpo. De la respiración primera, vital, del bebé, relajada y confiada, anclada en la parte más honda (inferior) de los pulmones pasamos, en la vida adulta, a una leve y superficial toma de aire que conduce a la atrofia progresiva de los músculos respiratorios. Su buen tono y flexibilidad facilitaría un esponjamiento pulmonar amplio y necesario para la buena oxigenación del organismo (de ahí los suspiros hondos, esporádicos, cuando el ser físico o psíquico necesita rehacerse con una buena calada de aire fresco).
En situaciones de ansiedad y estrés jadeamos, reduciendo la capacidad respiratoria al mínimo clavicular de manera acelerada, lo cual acota maravillosos recursos energéticos del organismo, restauradores y tonificantes.
La respiración básica saludable debe establecerse en el fondo pulmonar (como los bebés durmiendo que suben y bajan la tripita) debiendo evidenciarse la cadencia del aire en el adulto al nivel del propio abdomen (llenando secundariamente el pecho y la parte alta clavicular para completar una respiración amplia y profunda).
Aprende a Respirar CONSCIENTE al compás de la vida:
Inspira hondo, de manera consciente y pausada: la paz, la alegría, la reconciliación, el alivio, la confianza, la esperanza, la fe, la amistad, la comprensión, la compasión, la gratitud, ...
Inspira hondo los colores hermosos, la belleza, olores y aromas gratos, la frescura del aire, la caricia del sol, la bondad humana, la naturaleza admirable, la música, la palabra constructiva, el arte, el descanso...
Espira, comprimiendo al máximo los pulmones y exhalando fuera, junto al aire que limpió nuestra sangre: el cansancio, el agobio, todo malestar, preocupaciones, rencores, inquietudes, hostilidad, desconfianza, temor, desilusión, tristezas, .... de cada día.
Repitiendo el ciclo una y otra vez, aspira de nuevo, consciente, lo bueno de la jornada, recordando y agradeciendo las buenas sensaciones que siempre estarán ahí... Espira a continuación la más pequeña negatividad que persista. Irás estableciendo, así, una dinámica fluyente que terminará haciéndose espontánea y connatural en ti.
Restaurarás el ser, lo fortalecerás; aprenderás a recargar tus baterías con esos buenos momentos que te sostendrán luego en circunstancias más complicadas de la vida.
Restaurarás el ser, lo fortalecerás; aprenderás a recargar tus baterías con esos buenos momentos que te sostendrán luego en circunstancias más complicadas de la vida.
¡Renuévate!
¡Respira!
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