martes, 21 de febrero de 2017

DETERMINARSE






El tener  ideas claras y  capacidad de reflexión profunda,  ayuda a  decidir lo que nos conviene, aquello a lo que  profundamente  aspiramos,  aquello que deseamos porque  nos hace mejores, nos engrandece y dilata el alma.     Una vez hecho el discernimiento y la elección,  no hay que ceder ya ante las dificultades, las contrariedades de la vida,  el natural cansancio.   Perseverar en la intención garantiza los mejores  frutos.   Una maestra de espirituales  hablaba de "determinada determinación". 
   
Todo logro en la vida,  necesita determinación.    Lo cual  implica  una gran carga de valor y fortaleza personal para mantener en el tiempo las decisiones elegidas,  hasta conseguir la meta y los propósitos.   Porque es muy fácil establecer retos atractivos, pero el verdadero desafío supone aquilatar el nivel de  responsabilidad suficiente  para comprometerse y  conseguirlos.  

Para ello,  has de trabajar una serie de   virtudes,  actitudes y valores que,  más allá del logro particular,  sirven a algo más grande que nosotros mismos,  siempre gratificante para el ser humano:

  • Conocimiento de ti mismo   y  capacidad  de  autocontrol,  
  • Fuerza de voluntad,  coherencia y perseverancia, 
  • Amistad contigo mismo,  autorrespeto  ( respeto hacia  tus propias decisiones), 
  • Asertividad:   afirmación y  defensa  de los  propios derechos respetando a  los demás; avanzar teniendo en cuenta estos presupuestos.   
  • Resiliencia,  capacidad de todo ser humano que te adapta  a situaciones adversas sin rendirte nunca. 
  • Paciencia,  que es la  ciencia de la paz...   No dejes que te queme ningún esfuerzo y persiste en ello con  serenidad y  constancia.  
  • Cuando las dificultades enredan, enfoca tu pensamiento hacia las soluciones  más que hacia los problemas. 

Ante toda contrariedad  no te sientas víctima preguntándote el "por qué",   sino constructor positivo respondiendo al  "para qué";    si no puedes apartarla, integra,  armoniosamente,  la contrariedad en tu camino.  Dará en su momento los mejores frutos. 

Ahora bien.  No  puedes dejar  todo el peso del emprendimiento en tus propias manos, porque muchas cosas nos superan.   El esfuerzo bruto   encerrado en el propio yo endurece el  ego y culpabiliza  cuando  nos vemos  incapaces  de los logros pretendidos...

Por ello,  junto al  debido y necesario esfuerzo  (como si todo dependiera de ti),   hay que confiar en la  Vida,  amiga y maestra  que  educa y fortalece por medio de la dificultad y adversidades,  pero que nos hace flotar,  si sabemos abandonar  -como madero blando-  nuestro corazón,  en el fluir de su río.   

A fin de cuentas,  es la Vida  quien  lleva y conduce  nuestro barco  y,  si  confiamos  en su Fuerza (invisible),  nos  llevará siempre al mejor puerto  de su  Inmenso Mar. 







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