martes, 3 de julio de 2018

SILENCIO



Normalmente,  el ser humano "se deja llevar por la corriente".  Las inercias son fáciles,  gastan poca energía en cuestionamientos,  en su cómoda pasividad impiden la  interpelación.   Por eso,  a menudo resulta pertinente poner en valor realidades naturalmente  marginadas u olvidadas  en nuestro mundo actual material,  tecnológico,    hiperestimulado,   especialmente ruidoso.   Finalmente, el ruido acaba siendo como una droga que esclaviza y de la que no se puede prescindir.  El ser humano de hoy difícilmente soporta el Silencio.

El Silencio, sin embargo,  es herramienta,  no solamente espiritual (en toda Tradición milenaria),  sino también psicológica,  para calmar la mente;  ayuda a encontrarnos más y mejor con nosotros mismos,  a reflexionar en profundidad sobre asuntos importantes, a  tener  paz y ser más feliz.  Y a menudo hoy,  sorprendentemente,  se alzan voces  del mundo de la literatura, periodismo, de la ciencia (investigadores)  que  reivindican sus excelencias en favor de una vida humana de calidad. 

 La huída del silencio  supone un rechazo de la soledad, al conocimiento de sí mismo,  un miedo al abismo de la nada.  Pero aquellos que han sabido enfrentarse a él  han descubierto un camino de vida,  inexplorado por ignorancia,  que no perece,  y que alimenta dimensiones del ser desconocidas en sí mismos.        

Hay quien  convive de manera connatural con el Silencio.  Lo necesita.  Sumergirse en él  de manera intermitente para encontrarse,  no solamente consigo mismo,  sino también con los demás; para modular el impacto de los sucesos en la vida,  para no perder la esperanza,  para no sentirse nunca solo sino acompañado;  desaparece,  por tanto,  el miedo a la soledad al descubrir  que no existe.   Además,  la palabra que nace del  Silencio tiene  otra fuerza,  otra densidad, otra consistencia.  Nunca nacerá vacía sino plena  de Sentido,  de comprensión, de enseñanza.  

La tecnología  nos fascina y finalmente nos subyuga.    Sin desestimar su importancia comunicativa, sus valores y su inestimable aportación a la familia humana,  aquél que se aventura a pozar en el Interior de sí mismo descubre  una realidad nueva, inmensa, nunca acotada, de hermosura indescriptible  e  inalcanzable por todo lo  que ahora nos deslumbra. 

                                                              

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