La madurez personal es un reto para la persona humana.
No todos se dan cuenta de su importancia, porque eso de "madurez" parece asociarse a echarse años encima y acabar viejunos antes de tiempo.
Pero no es tal. Se conocen niños o jóvenes equilibrados, sensatos, "maduros" para su edad, que pueden llamar la atención, porque es un talento, tan escaso a veces, que puede sorprender. Por otro lado, existen adultos cuya inmadurez muere solo con ellos.
Por otra parte, el bienestar interior de una persona madura no tiene parangón. Saben manejar las situaciones complicadas de la vida (humanas, relacionales, laborales, sucesos inesperados) de manera eficiente, sin exceso de dramatismo en la adversidad ni euforia sobrante en las alegrías. Aceptan la realidad, superan conflictos.
Tienen juicio ponderado, saben de lealtad y objetividad. No se dejan llevar por impulsos y controlan bien sus emociones. Escuchan y tienen en cuenta a los demás, pero son ellos quienes toman, con libertad, las decisiones definitivas. Son positivos, sencillos y afables, nunca envarados ni demasiado serios; abiertos emocionalmente al amor, al afecto, que saben dar y recibir.
Tienen juicio ponderado, saben de lealtad y objetividad. No se dejan llevar por impulsos y controlan bien sus emociones. Escuchan y tienen en cuenta a los demás, pero son ellos quienes toman, con libertad, las decisiones definitivas. Son positivos, sencillos y afables, nunca envarados ni demasiado serios; abiertos emocionalmente al amor, al afecto, que saben dar y recibir.
Son de mente abierta, se aceptan a sí mismos y por ello son capaces de aceptar a los demás. Hábiles en inteligencia emocional, poseen gran capacidad de empatía. Tras pasar por el "yo" y el "tú", eligen el Nosotros. Saben cuidar a otros y dejarse cuidar.
No entienden de culpa, sino de re-conocimiento y responsabilidad.
No entienden de culpa, sino de re-conocimiento y responsabilidad.
Son capaces de mirar hacia atrás en su propia vida, por muy dura difícil que haya sido, sin amargura ni rencor; aprenden a valorarla con paz y aceptación, sin el dolor o violencia de heridas no curadas, incluso con gratitud, a pesar de su crudeza. Y viven abiertos a la existencia, aceptando lo que llega, sabiendo que es maestra y siempre tiene algo que enseñar.
De todo aprenden, porque buscan crecimiento, sabiendo que ello es posible hasta el instante último de la vida. Aceptan las críticas para conocerse mejor a sí mismos, sus errores les instruyen.
De todo aprenden, porque buscan crecimiento, sabiendo que ello es posible hasta el instante último de la vida. Aceptan las críticas para conocerse mejor a sí mismos, sus errores les instruyen.
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