martes, 25 de octubre de 2022

... Y DEL SENTIDO DE LA VIDA

 




Preguntarse por el sentido de la vida es algo que ocurre en un momento u otro de nuestro recorrido existencial.  Y es bueno hacerlo, porque nos ayuda, en primer lugar, a desprendernos del ritmo,  movida y automatismos de la cotidianidad.  Y nos hace también mirar, buscar más allá de nosotros mismos, en más de una ocasión, levantar la cabeza y mirar al cielo.  

Cada cual necesita encontrar su propio sentido personal de vidanormalmente compuesto de muchas pequeñas metas o aspiraciones,  dirigidas todas ellas,  con consciencia o sin ella,  a una realización personal plena, que desembocará siempre en la consolidación del Ser  (sustancia de ese Yo profundo,  sereno y sabio, que  acompaña nuestras pruebas de crecimiento y maduración).  Paz y Felicidad supremas. 

Pero para llegar a este sentido último,  que algunos alcanzan directamente y no pierden ya,  hacen falta muchas pequeñas metas previas, que vayan motivando el día al día de las personas.   Pueden haber retos personales que uno quiera conseguir o superar, logros que estimulan nuestra vida, porque interesan sus beneficios.  Pero se ha demostrado que la mayor fuerza e intensidad de motivación humana tiene que ver con el amor,  el deseo de  ayudar al otro y colaborar en su bienestar.  

Víctor Frankl , neurólogo, psiquiatra y filósofo vienés del pasado siglo, fue un abanderado del Sentido de la Vida.  Aprendió dolorosamente a mantenerlo vivo en situaciones extremas de  cautiverio, en terribles campos de concentración y exterminio nazis, tras haber perdido en ellos a toda su familia.  Solo él sobrevivió. 
  Se prometió a sí mismo que, si salvaba la vida,  ayudaría a las personas a encontrar su sentido existencial  como camino de sanación,  y fundó la tercera escuela vienesa de psicoterapia o Logoterapia.     
Supo encontrar, en su reclusión, dos fuentes de sentido:  la contemplación de las cosas pequeñas,  detalles gratificantes, en medio de tanta maldad, destellos de belleza en un rayo de sol, por ejemplo.   Y luego,  cómo sostener el ánimoo de sus compañeros, con pequeños gestos de ayuda, afecto, atención y bienestar.    

Frankl entendía la felicidad como consecuencia de una motivación,  no se puede  conquistar de frente, porque engañará y entrampará  con el placer y el poder,  alejándola definitivamente.   Para él, el ser humano está llamado a la libertad, a la responsabilidad y a su realización,  por eso el sentido es una cuestión individual y personal, no se puede transferir a otro,  cada cual tiene que encontrarlo (aunque el propio sentido siempre puede inspirar a o inspirarse en los demás).  Para Frankl, la vida no se resuelve por las preguntas que ella misma plantea  sino por las respuestas que le damos;  no se define por lo que esperamos de nuestra existencia  sino por lo que nosotros sabemos darle.  

  La felicidad está en el camino, en el día a día, y al final de algún esforzado logro  (por uno mismo o por los demás)  suele ser la paz serena y gratificante de haber conseguido lo que se buscaba.

Y cuando no parezca haber metas a nuestro alcance que nos interesen,  siempre estará la actitud contemplativa ante la vida,  ese saber mirar las cosas, la realidad despacio, con atención,  agradeciendo:  porque las cosas nos ayudan en la vida,  las personas están ahí para mostrarnos otra manera de entenderla, otra sensibilidad, otros valores, las situaciones son retos a superar y fortalecerse... De todo y todos se aprende algo.

La vida es maestra, y solo ese vivir el presente, de manera consciente, saboreando gota a gota la vida;  disfrutando, agradecidos, la elementalidad de poder movernos, respirar,  hablar reír, ver, escuchar...  hacer de la  gratitud sincera  una actitud frecuente y presente en nuestro día a día es la mejor manera de engrandecer el Sentido de la vida hasta el infinito.  

                                                                





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