martes, 28 de marzo de 2023

LIBRES PARA ELEGIR

 



En el gran debate de la vida que supone la libertad humana,  podemos alegar  que no siempre vivimos lo que queremos, que las circunstancias de la vida van llegando sin nuestro permiso  y que nuestro debilitado y limitado  poder de reacción no nos permite a menudo actuar como quisiéramos.  

Pensamos así que las circunstancias van a condicionar siempre nuestro talante, nuestro humor, nuestra motivación...  Y si la adversidad llama demasiadas veces a nuestra puerta,  el determinismo de la tristeza, inseguridad  e indefensIón  nos esclavizarán a sus emociones más negativas. 

Es decir, pensamos a veces que es imposible el mínimo ejercicio de la libertad,  cuando en el fondo sí podemos y lo somos más que nunca.  Por otro lado,  creemos ser libres, cuando en realidad no lo somos, sutilmente condicionados y esclavizados por  factores  que nos manejan subliminalmente sin que lleguemos a sospecharlo en absoluto.  

Veamos lo que sí podemos controlar: una mañana, antes de levantarnos  un día torpe y gris, poblado de obstáculos  e ingratas contradicciones;   aquí, podemos elegir con libertad clarísima:  dejarnos abatir o bien plantar cara a la vida y vestirnos de sonrisa.   Nada ni nadie nos lo va a impedir, es un puro acto de libertad que puede cambiarnos el día y también la trayectoria vital, orientándola en  dirección más venturosa.   Y mantenemos la intención de sonreír,  de confiar,  aunque extrañe a algunos y no se entienda.  Seguimos adelante. 

Ante una ofensa,  faena o traición dolorosa que alguien nos hace,  pasado el primer momento de dolor e indignación, una vez más, conscientemente, podemos elegir:  dar vueltas al tema,  amasando la amargura, el rencor, con secretos deseos de venganza;  o bien,  pasar del tema,  acoger la realidad sin dejar que nos dañe,  pensar que el otro pasa un tiempo malo,  tiene problemas, se agobia,  y en un momento dado, vuelca todo el miedo, la rabia y el dolor de su propia herida, sobre el primero que encuentra.   Tampoco hemos de cerrarnos a lo que nos puede aportar y enseñar el que nos hiere, nos guste o no, pero una vez  analizada la situación, no hay que  dejarse contaminar por su problema, no es nuestro  y es él quien lo debe resolver.  
Extraer lecciones constructiva y seguir la vida.   Esta es nuestra libertad, lo contrario, esclavitud. 

Concluyendo,  no somos libres para elegir las circunstancias de la vida y situaciones que nos llegan en ella, pero sí somos libres de elegir las actitudes, esta es nuestra libertad.   Etty Hillesum eligió la deportación nazi  para poder ser bálsamo para  las heridas de los que sufren... y murió finalmente asesinada en el campo de concentración de Auschwitz.

Pero en su voluntad de bien a otros, aun en circunstancias abominables, fue capaz de decir:  "me doy cuenta de que dondequiera haya seres humanos hay vida" "la vida es bella y llena de sentido".

Esto es  libertad en su máxima expresión.








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