domingo, 22 de octubre de 2023

TODO SALDRÁ BIEN, Y SI NO SALE BIEN, ES QUE AÚN NO ES EL FINAL

 



Todo saldrá bien, y si no sale bien es que aún no es el final.

Frase redonda a recordar en la vida. Es la reflexión final de una película, "El exótico hotel Marigold", sencilla, amable, transida de profundas reflexiones, al hilo de la historia.  Palabras que tejen una lección  real, si sabemos mirar la vida con perspectiva:  Antes o después, de una manera o de otra,  al final, todo se arregla,  sabiendo que no significa necesariamente que las circunstancias vayan a cambiar demasiado,  pero si no lo hacen será nuestro corazón el que cambie,  aprenderá a re-nacer y re-construir desde cualquier ruina. 

En el monólogo final, escuchamos también:   
 «El único fracaso de verdad es no llegar a intentarlo... el éxito se mide por como afrontamos la decepción, ya que siempre llega... Vinimos aquí y lo intentamos, todos nosotros, a nuestra manera. ¿Acaso no es normal... que nos asuste demasiado la decepción para empezar todo de nuevo? Por la mañana nos levantamos y hacemos cuanto podemos. Todo lo demás no importa»

Refiere  los cambios inesperados y a menudo no deseados en la vida: 
«Al principio te sientes abrumado, pero poco a poco te vas dando cuenta de que es como una ola: si te resistes, te derriba; si te zambulles en ella te lleva nadando al otro lado. Este es un mundo nuevo y distinto. El reto es adaptarse a él. Y no solo adaptarse sino prosperar»  
   
Habla de afrontamiento,  de aceptación y acogida, de no cerrarse a un dolor, que siempre llega y se incrementa con el sufrimiento inútil (ese que se alimenta de rumiación interior, de amargura,  queja, victimismo,  protesta, rencor, violencia interior, deseos de venganza...) en una escalada que nos destruye mucho antes de intentar cambiar la realidad.  Sin embargo,  cuando se acoge la ola adversa y te dejas llevar por ella con mansedumbre e inteligencia activa, te remolca y al final descansas en la playa, nueva tierra firme. Una vez aquí, no solo hay adaptarse sino prosperar, crecer, construir con ello. 

Son metáforas como lecciones de vida que enseñan a gestionarla mejor en actitudes y emociones,  conocimiento propio y de otros, recursos personales desconocidos, aprendizaje de nuevas estrategias de comprensión e inteligencia de la realidad. 

Si procuramos estos logros, sabremos de felicidad.    Porque la vida, para que nos haga felices, hay que abrazarla, aceptarla como viene,  intentando descubrir la enseñanza que siempre esconde para nosotros una situación cualquiera,  recordando así que, como decía el sabio maestro Nhat Hanh,

«La felicidad no es la meta, la felicidad es el camino».


                                                  




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