sábado, 24 de septiembre de 2016

CONFIANZA



Pocas realidades humanas son tan motivantes,  dinámicas  y esperanzadoras.  

La Confianza es motor  activo  (no pasivo)  que nos permite   abrazar, conscientemente,   -evitando  recelos   comprensibles y naturales-,    el Misterioso  Amor  que  late  en el fondo de toda  vida humana.    Su  dinámica  fluyente  se debe,  justamente,  a la  vinculación que existe entre esta  actitud   profunda  del corazón y la virtud de la Humildad.  

Con- fianza.  Fiarse- con,  fiarse- de.   El  término confianza  refiere "la opinión,  sentimiento y criterio favorables de la persona con respecto a otra/ otras,   hacia la propia vida,  las circunstancias  o hacia  Dios...   creyendo en su capacidad de actuación correcta en determinada   situación".

Es la seguridad de una persona  en  Otro o en algo.   Es cualidad propia de los seres vivos, pero especialmente los humanos  pues,  aunque en los animales también  se observa,  no deja de ser una actitud instintiva,   mientras que los seres humanos  son capaces  de confianza consciente.     Al ser en éstos  tarea de conciencia despierta y voluntaria,  exige su esfuerzo  y tiene sus costes pero, cuando se llega a ella,   supone  una emoción  positiva, sanadora,  muy benéfica.    

Según  Laurence Cornu,  doctora en filosofía:   “ Es una actitud que concierne al futuro, en la medida en que este futuro depende de la acción de Otro. Es una especie de apuesta que consiste en no inquietarse del no-control del otro y del tiempo”.      

De alguna manera,  se suspende  esa  incertidumbre esencial,   inherente a la naturaleza humana, en su precariedad  ante los peligros de la vida  en un mundo  difícil  y,  a menudo,  hostil.   Alejando  las dudas de la mente y  la inquietud del corazón,  la persona se relaja y cree  firmemente en el bien que tiene o que vendrá.   La confianza  simplifica las relaciones  personales figurando  como uno  de los  cementantes  sociales  y de convivencia más básicos y elementales.    

La confianza tiene efectos  fisiológicos  ( bienestar físico,  felicidad,  amplitud  de los ritmos cardíaco y  respiratorio);   cognitivos  (la persona,  al relajarse y  olvidar crispaciones,  razona mejor y soluciona mejor los problemas de la vida...  con efectos positivos para uno mismo y para los demás); y conductuales  (la expresión corporal, distendida y   ligera,   genera  interacciones  sencillas, afables y cercanas,  el rostro relajado,  hecho a la sonrisa suave).   

Pero,  sobre todo,  de ahí  su importancia básica,   es fundamento  de la Amistad  y  de toda   buena comunicación,  además  de educir una fe  creíble en aquél  que  espera una vida trascendente.   

El valor de la confianza  estriba igualmente  en su medida  justa :   ni  deficitaria,  por recelo o desconfianza,   ni  en el exceso  que lleva al autoengaño  y  la falta de realismo.  Una confianza que espera  en la misma medida  que da,    lo mejor que puede y lo mejor de sí.   Entonces,  la vida fluye  y navega  en un equilibrio logrado.  

Para el Creyente,  la  confianza es garantía de su propia  fe.     Decíamos al  principio  que  es cualidad  hermana de la Humildad:  porque sólo el humilde aprende a vivir confiado  (el soberbio,  de todo y  todos  desconfía   salvo de  "sí  mismo"  resultando,   sin embargo,   en su  yo  mezquino, egocéntrico y narciso,   el  único realmente engañado).  El  humilde que lo da todo y  lo entrega todo,   sabe que  nada más puede hacer;   lo demás,    no depende ya de él...  Así,  aprende a vivir  abandonado.  

Como la madera del leño  que,  por naturaleza,  flota  tanto en el mar tranquilo  como en el río impetuoso,   el alma confiada  flota  "por naturaleza"  en el río de la vida,  se abandona en él, sostenida  "secretamente"  por ese  Amor de Dios  que, sabiamente y en silencio,  la conducirá siempre al mejor  puerto.  



domingo, 11 de septiembre de 2016

ZONA DE CONFORT Y CRECIMIENTO

A menudo he pensado que los mayores enemigos  de todo   crecimiento  humano y social son, por un lado, la comodidad (la psicología moderna habla de la particular "zona de confort"   que hay que atreverse a traspasar   para alcanzar cotas más altas y verdaderas de libertad y  felicidad).  
Por otro lado,  los miedos  que paralizan,  por su capacidad de suscitar   fantasmas cuestionables  surgiendo del más leve soplo de  brisa o viento...

Resulta que dicha  "zona de confort"  y el miedo, son factores profundamente interrelacionados.  

Todo "espacio de confort"  supone instalación,  comodidad  o acedia,  con desinterés,  desmotivación y   adormecimiento  para todo lo demás.   El problema es que,  al ser  la dinámica  un  factor necesario para el  adecuado  desarrollo humano,  genera   estancamiento;  implica,  igualmente, la no resolución de muchos asuntos personales pendientes que,  normalmente,  acaban  aflorando en la vida antes o después,  y  entonces  habrá que  afrontarlos por fuerza  se quiera o no.  

La persona  "acomodada",  acaba viviendo pasivamente la vida,  se deja llevar por ella  minimizando o anulando los riesgos  pero, al mismo tiempo,  vive sin motivación estimulante,  sin esos incentivos  existenciales que hacen a una persona sentirse viva. 

El atreverse a  salir de esa zona protegida,  no  es de héroes,  pero sí de valerosos  enamorados de la vida  que quieren ampliar la vivencia de ésta,  explorar sus riquezas  desconocidas,  su sabiduría y lecciones ocultas,  más allá de las murallas del "ghetto" particular,  protegido. Aquí,  la vida permanece  atenta  porque  reclama  desarrollo  y  crecimiento   esperándonos siempre,  más allá,   hacia una  plenitud creciente.

De esta manera,  salir de esta zona de confort  paralizante,  que acaba siendo rutinaria  y anodina,  implica   perder los miedos.  Miedos que residen en nuestro interior despertando  fantasmas que no se corresponden  con una realidad concreta.  Para ello,  hay que trabajar pensamientos, ideas, emociones,  sentimientos. ... 

Una vez tomada la  determinación,  hay que ponerse a ello  y aplicarse cada día:  sentir interés por lo nuevo,  cambiar costumbres,  tomar rutas distintas en lugar de las habituales,...  experimentar conscientemente la vida.   Todo ello de manera persistente,  perseverante y mantenida.  Teniendo en cuenta que el crecimiento, el verdadero desarrollo interior,  será  siempre  un camino,  no puerto de llegada. 
Tampoco se trata de esperar nada espectacular pero el simple mejorar un poquito cada día, puede ser una proeza:  mejores seres humanos  que ayuden a otros para,  entre todos,  conseguir  un mundo más bueno y mejor.    

En psicología,  los miedos y la ansiedad  que generan  se curan con  tratamientos de exposición.   Es decir,  con afrontamiento.  Poquito a poco,   incrementando  cada vez  el tiempo,   la cercanía y la  implicación,  comprobar,  "aprender"  que no pasa nada,  y que lo bueno construye siempre. 

Convenciéndose experiencialmente  de que aquellos miedos eran infundados,   la persona se libera y crece.

viernes, 9 de septiembre de 2016

NIVEL MORAL




A veces nos planteamos la conciencia del bien y del mal...  De dónde viene.  ¿Existe un sustrato innato,  o bien, todo depende el contexto cultural  en el que la persona crece,  se modela y configura? 
Si analizamos con suficiente perspectiva  la evolución de la propia vida,  la vida de otros,  y también la evolución  de grandes colectivos,   nos daremos cuenta de que  con el transcurrir del tiempo,   no justificamos  las decisiones  de igual manera,  ni argumentamos  con  las mismas  razones.    La conciencia moral  es una estructura personal cuya  función  consiste en  tomar decisiones  sobre lo que debemos hacer y lo que debemos rechazar. 
La evolución  general  avanza  (al igual que la psicología infantil),  desde niveles más inmaduros y  egocéntricos,  hacia niveles más maduros y altruistas.   Aunque, también es verdad,  algunos  quedan  anclados  en niveles  anteriores,  incapaces,  psicológicamente,  de ir más allá. 

Khoelberg,  psicólogo contemporáneo,   discípulo  del  gran evolutivo Jean Piaget,   considera que  el desarrollo moral   de una persona  (acompañado por un desarrollo psicológico concomitante),    pasa por tres grandes niveles: preconvencional,  convencional  y postconvencional.  

Cada nivel  contendría dos estadios  o subniveles,  así,  el  nivel  más primitivo o  preconvencional  (en el cual,  el stma. normativo es una realidad  externa que regula la  vida y la  conducta siendo respetado únicamente por las consecuencias de premio o castigo que se producen)  pasaría por el estadio 1  (obediencia y miedo al castigo)  y por el estadio 2  (favorecimiento de los propios intereses:  "hedonismo ingenuo").
El mundo  de la infancia,  hasta la adolescencia,  se  encontraría en este nivel.

En el  nivel convencional  las personas viven  identificadas con el grupo  y  procuran responder según las expectativas que los demás tienen sobre ellos.  Algo será "bueno o malo"  según lo considere  el grupo social  de pertenencia.  
Este nivel  integra el  estadio 3  ( las personas procuran agradar a los más próximos significativos;  la primera adolescencia se mueve aquí  pero muchos adultos  permanecen  anclados  en este estadio)  y  el estadio  4 ( la persona se deja guiar por las normas sociales  establecidas).  
 En este nivel  comienza la autonomía moral  que responde  a las normas,  no por autoritarismo  ni miedo al castigo,  sino por responsabilidad hacia el bien común.  Se supone la "edad  adulta  de la moral"  y,  en un desarrollo adecuado,  se llega a él ya pasada la adolescencia.  

El  nivel  post-convencional  supone comprensión y  aceptación  de aquellos principios morales generales que, de fondo,  inspiran las normas.  Es decir,  los principios racionalmente escogidos  tienen más valor que las normas.    Comprendería  el  estadio 5,  de los derechos y libertades  humanas   (las normas que fueran en contra de ellas, se pueden ignorar  apelando a la conciencia).  Y el estadio 6  de los  principios  éticos universales   (que  tienen prioridad sobre las obligaciones legales e institucionales convencionales).  
Aquí impera la regla de oro de la moralidad : "no quieras para otro lo que no quieras para ti"  o,  "lo que quieras para ti,  propícialo para los demás",    que sería el  "ama a tu prójimo como a ti mismo"  que enseñó   Jesús.   Sería el nivel  de los grandes luchadores contra la injusticia:  Jesús,  Gandhi,  Luther King... 

Se trabaja actualmente en un posible   nivel  post-post  convencional  que implicaría  la conciencia Mística,  más allá de lo meramente  humano,  que  alcanzarían  aquellos grandes Humanistas  que son también  grandes Maestros  Espirituales   (igualmente,  Jesucristo,  Gandhi,   Luther King...).

 De todo esto se infiere,   el  gran peso de la conciencia humana  en el análisis de la realidad   y  se entiende, así,   la manera  diferente  de ver las cosas entre las personas  dependiendo  del nivel  de conciencia  en que  se hallare cada cual  (según su momento de vida).    

El desarrollo  evolutivo  de la vida es un vector  de sentido irreversible   aunque  no todos avanzan  a la misma velocidad.   Por eso,   hay  que tener paciencia,  saber  dialogar,  saber  esperar  sin abandonar la propia marcha  pero respetando profundamente  el  momento de cada cual,  y  confiando en esa Fuerza (algunos decimos Espíritu),   que hace avanzar el mundo  (y al ser humano en él),  y no lo detendrá.    

miércoles, 7 de septiembre de 2016

TODO ES COMIENZO





Sabemos que los grandes procesos  de esta vida  avanzan en  períodos cíclicos  en una dirección conjunta  (inteligente) hacia una  Destino común.  
Es la espiral evolutiva.   Es decir,  ciclos,  uno tras otro,  configurando  globalmente   una trayectoria rectilínea,   una progresión;  siempre hacia adelante  aunque cada ciclo suponga,  en su particular trayecto, aspectos "coyunturalmente  involutivos  o regresivos" (caídas y levantadas).  Pero la Resultante final  es vector que apunta claramente en una misma dirección,  ascendente y de progreso en  grandeza y libertad (individual y como raza humana).  

Por eso importa también  velar,  tener paciencia  y dar tiempo al tiempo  permaneciendo alerta para que los giros  naturales  no nos "traguen" involutivamente  y nos acomoden,  conformándonos en la injusticia  (propia y/o ajena), adormeciendo nuestro deseo de caminar, crecer y ser libres.   Hay que aprender, abrir brechas, resquicios y hendiduras  en nuestro espacio de confort,  y  atreverse a volar.   

Para ello,  en primer lugar,  hay que aprender a Mirar.    
Clamar por esa  Mirada,   que aprende después  a encontrar lo mismo dentro que fuera:  amor.     Mirada no impostada sino real,   que brota de lo más hondo,    Una Mirada que  ve  y también nos habita,  que nos hace plenos por dentro y  nos impulsa  a buscar   por fuera   ese amor  que existe y se ofrece,  Infinito,  por doquier;    nos  reclama y nos espera  porque  necesita ser visto,  reconocido y  encontrado.

El Amor Infinito es también finito,  en su inmensidad se hace concreto,  en su complejidad,  simple, en su diversidad, uno,  en su inaccesibilidad se hace  también accesible.    Toda mirada  despierta y libre  sabe pozar el amor  que le inunda por dentro,  traduciendo  y proyectándolo, necesariamente, hacia el otro:  un gesto, una   palabra;  escucha,  paciencia, generosidad,  solidaridad;   cercanía, comprensión,  acogida.     Una y otra vez;  cada día,   siempre  "de nuevo".
Ofrezco, para ilustrar, un cuentecillo sabio,  muy interesante,  que aporta pistas  certeras: 

 El amor y el tiempo
Había una vez una isla muy linda y de naturaleza indescriptible, en la que vivían todos los sentimientos y valores del ser humano:  El Buen Humor, la Tristeza, el orgullo,   la riqueza,  la  Sabiduría… como también, todos los demás, incluso el AMOR.
Un día se anunció a los sentimientos que la isla estaba por hundirse.
Entonces todos prepararon sus barcos y partieron. Únicamente el AMOR quedó esperando solo, pacientemente, hasta el último momento.
Cuando la isla estuvo a punto de hundirse, el AMOR decidió pedir ayuda.
La riqueza pasó cerca del AMOR en una barca lujosísima y el AMOR le dijo: “Riqueza… ¿me puedes llevar contigo?” – No puedo porque tengo mucho oro y plata dentro de mi barca y no hay lugar para ti, lo siento, AMOR…
Entonces el Amor decidió pedirle al Orgullo que estaba pasando en una magnifica barca. “Orgullo te ruego… ¿puedes llevarme contigo?
No puedo llevarte AMOR… respondió el Orgullo: – Aquí todo es perfecto, podrías arruinar mi barca y ¿Cómo quedaría mi reputación?
Entonces el AMOR dijo a la Tristeza que se estaba acercando: “Tristeza te lo pido, déjame ir contigo”. – No AMOR… respondió la Tristeza. – Estoy tan triste que necesito estar sola.
Luego el Buen Humor pasó frente al AMOR, pero estaba tan contento que no sintió que lo estaban llamando.
De repente una voz dijo: “Ven AMOR te llevo conmigo”. El AMOR miró a ver quien le hablaba y vio a un viejo.
El AMOR se sintió tan contento y lleno de gozo que se olvidó de preguntar el nombre del anciano.
Cuando llegó a tierra firme, el anciano se fue. El AMOR se dio cuenta de cuanto le debía y le pregunto al Saber: “Saber, ¿puedes decirme quien era este que me ayudo?”.
-“Ha sido el TIEMPO”, respondió el Saber, con voz serena.
-¿El Tiempo?… se preguntó el AMOR, ¿Por qué será que el tiempo me ha ayudado?
Porque solo el Tiempo es capaz de comprender cuan importante es el AMOR en la vida.

domingo, 4 de septiembre de 2016

PRESENTACIÓN DEL BLOG

Hola, amigos.  Me llamo M. Azucena y firmo amar   (a manera de  acrónimo libre  sobre maría azucena).

Soy  Psicóloga  licenciada por la Uned  con estudios de  medicina (media carrera médica)   y atiendo desde  hace tiempo, on line,  a personas  que necesitan mi ayuda.  Quisiera prolongar,  desde aquí,  esta misma acogida  hacia todos aquellos que quieran mejorar su vida,  superar obstáculos y dificultades  del día a día,   relacionarse bien  y convivir mejor.    En definitiva,  lograr para  uno mismo y para los demás que nos rodean,  una  existencia más rica,  plena y feliz.     

Para ello,  una Psicología integradora e integral,  incluyente  (Psicología  Cognitiva,  Transpersonal, Humanismo, Funcionalismo,  Constructivismo...),  que asume la Espiritualidad como una dimensión fundamental del ser humano,   es la mejor propuesta  para  adaptarse,  de la manera más adecuada a cada caso particular concreto en un momento determinado;    allanar caminos y seguir creciendo.  

 Iniciamos una andadura  compartida  deseando que sea  provechosa  para todo aquel  que quiera  acompañar,  interactuar... Caminar con ella.  Todo es comienzo.