viernes, 9 de septiembre de 2016

NIVEL MORAL




A veces nos planteamos la conciencia del bien y del mal...  De dónde viene.  ¿Existe un sustrato innato,  o bien, todo depende el contexto cultural  en el que la persona crece,  se modela y configura? 
Si analizamos con suficiente perspectiva  la evolución de la propia vida,  la vida de otros,  y también la evolución  de grandes colectivos,   nos daremos cuenta de que  con el transcurrir del tiempo,   no justificamos  las decisiones  de igual manera,  ni argumentamos  con  las mismas  razones.    La conciencia moral  es una estructura personal cuya  función  consiste en  tomar decisiones  sobre lo que debemos hacer y lo que debemos rechazar. 
La evolución  general  avanza  (al igual que la psicología infantil),  desde niveles más inmaduros y  egocéntricos,  hacia niveles más maduros y altruistas.   Aunque, también es verdad,  algunos  quedan  anclados  en niveles  anteriores,  incapaces,  psicológicamente,  de ir más allá. 

Khoelberg,  psicólogo contemporáneo,   discípulo  del  gran evolutivo Jean Piaget,   considera que  el desarrollo moral   de una persona  (acompañado por un desarrollo psicológico concomitante),    pasa por tres grandes niveles: preconvencional,  convencional  y postconvencional.  

Cada nivel  contendría dos estadios  o subniveles,  así,  el  nivel  más primitivo o  preconvencional  (en el cual,  el stma. normativo es una realidad  externa que regula la  vida y la  conducta siendo respetado únicamente por las consecuencias de premio o castigo que se producen)  pasaría por el estadio 1  (obediencia y miedo al castigo)  y por el estadio 2  (favorecimiento de los propios intereses:  "hedonismo ingenuo").
El mundo  de la infancia,  hasta la adolescencia,  se  encontraría en este nivel.

En el  nivel convencional  las personas viven  identificadas con el grupo  y  procuran responder según las expectativas que los demás tienen sobre ellos.  Algo será "bueno o malo"  según lo considere  el grupo social  de pertenencia.  
Este nivel  integra el  estadio 3  ( las personas procuran agradar a los más próximos significativos;  la primera adolescencia se mueve aquí  pero muchos adultos  permanecen  anclados  en este estadio)  y  el estadio  4 ( la persona se deja guiar por las normas sociales  establecidas).  
 En este nivel  comienza la autonomía moral  que responde  a las normas,  no por autoritarismo  ni miedo al castigo,  sino por responsabilidad hacia el bien común.  Se supone la "edad  adulta  de la moral"  y,  en un desarrollo adecuado,  se llega a él ya pasada la adolescencia.  

El  nivel  post-convencional  supone comprensión y  aceptación  de aquellos principios morales generales que, de fondo,  inspiran las normas.  Es decir,  los principios racionalmente escogidos  tienen más valor que las normas.    Comprendería  el  estadio 5,  de los derechos y libertades  humanas   (las normas que fueran en contra de ellas, se pueden ignorar  apelando a la conciencia).  Y el estadio 6  de los  principios  éticos universales   (que  tienen prioridad sobre las obligaciones legales e institucionales convencionales).  
Aquí impera la regla de oro de la moralidad : "no quieras para otro lo que no quieras para ti"  o,  "lo que quieras para ti,  propícialo para los demás",    que sería el  "ama a tu prójimo como a ti mismo"  que enseñó   Jesús.   Sería el nivel  de los grandes luchadores contra la injusticia:  Jesús,  Gandhi,  Luther King... 

Se trabaja actualmente en un posible   nivel  post-post  convencional  que implicaría  la conciencia Mística,  más allá de lo meramente  humano,  que  alcanzarían  aquellos grandes Humanistas  que son también  grandes Maestros  Espirituales   (igualmente,  Jesucristo,  Gandhi,   Luther King...).

 De todo esto se infiere,   el  gran peso de la conciencia humana  en el análisis de la realidad   y  se entiende, así,   la manera  diferente  de ver las cosas entre las personas  dependiendo  del nivel  de conciencia  en que  se hallare cada cual  (según su momento de vida).    

El desarrollo  evolutivo  de la vida es un vector  de sentido irreversible   aunque  no todos avanzan  a la misma velocidad.   Por eso,   hay  que tener paciencia,  saber  dialogar,  saber  esperar  sin abandonar la propia marcha  pero respetando profundamente  el  momento de cada cual,  y  confiando en esa Fuerza (algunos decimos Espíritu),   que hace avanzar el mundo  (y al ser humano en él),  y no lo detendrá.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario