A menudo he pensado que los mayores enemigos de todo crecimiento humano y social son, por un lado, la comodidad (la
psicología moderna habla de la particular "zona de confort" que hay que atreverse a traspasar
para alcanzar cotas más altas y verdaderas de libertad y felicidad).
Por otro lado, los miedos que paralizan, por su capacidad de suscitar fantasmas cuestionables surgiendo
del más leve soplo de brisa o viento...
Resulta que dicha "zona de confort" y el miedo, son factores profundamente interrelacionados.
Todo "espacio de confort" supone instalación, comodidad o acedia, con
desinterés, desmotivación y adormecimiento para todo lo demás. El
problema es
que, al ser la dinámica
un factor necesario para el
adecuado desarrollo humano, genera estancamiento; implica,
igualmente, la no resolución de muchos asuntos personales pendientes
que, normalmente, acaban aflorando en la vida antes o después, y entonces habrá que afrontarlos por fuerza
se quiera o no.
La
persona "acomodada", acaba viviendo pasivamente la vida, se deja
llevar por ella minimizando o anulando los riesgos pero, al mismo
tiempo, vive sin
motivación estimulante, sin esos incentivos existenciales que hacen a una
persona sentirse viva.
El
atreverse a salir de esa zona protegida, no es de héroes, pero sí
de valerosos enamorados de la vida que quieren ampliar la vivencia de
ésta, explorar
sus riquezas desconocidas, su sabiduría y lecciones ocultas, más
allá de las murallas del "ghetto" particular, protegido. Aquí, la vida permanece atenta porque reclama desarrollo y crecimiento esperándonos siempre, más allá, hacia una plenitud
creciente.
De esta manera, salir de esta zona de confort paralizante, que acaba siendo rutinaria y anodina, implica perder los miedos. Miedos que residen en nuestro interior despertando fantasmas que no se corresponden con
una realidad concreta. Para ello, hay que trabajar pensamientos, ideas, emociones, sentimientos. ...
Una vez tomada la determinación, hay que ponerse a ello y aplicarse cada día: sentir interés por lo nuevo, cambiar costumbres, tomar rutas distintas en lugar de las habituales,... experimentar conscientemente la vida. Todo ello de manera persistente, perseverante y mantenida. Teniendo en cuenta que el crecimiento, el verdadero desarrollo interior, será siempre un camino, no puerto de llegada.
Tampoco se trata de esperar nada espectacular pero el simple mejorar un poquito cada día, puede ser una proeza: mejores seres humanos que ayuden a otros para, entre todos, conseguir un mundo más bueno y mejor.
En psicología, los miedos y la ansiedad que generan se curan con tratamientos de exposición. Es decir, con afrontamiento. Poquito a poco, incrementando cada vez el tiempo, la cercanía y la implicación, comprobar, "aprender" que no pasa nada, y que lo bueno construye siempre.
Convenciéndose experiencialmente de que aquellos miedos eran infundados, la persona se libera y crece.
Convenciéndose experiencialmente de que aquellos miedos eran infundados, la persona se libera y crece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario