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El Budismo afirma que, en situaciones de ofensa e injusticia, el agresor es, realmente, el más desafortunado de todos.
Pero la víctima aún puede victimizarse más con una mala gestión de sus emociones que le robarán capacidad cognitiva inteligente para solucionar problemas y dificultades de la vida.
Pero la víctima aún puede victimizarse más con una mala gestión de sus emociones que le robarán capacidad cognitiva inteligente para solucionar problemas y dificultades de la vida.
Del pensamiento de Buda se desprende una importante enseñanza: si te das cuenta, condiciona determinadas emociones (odio en este caso) al poder del pensamiento, es decir, a esas cogniciones que constantemente bullen por la mente y que, en ocasiones, no quieren irse dando vueltas y vueltas sin parar ( esto es rumiación). Muy a menudo, acaban distorsionando el verdadero acontecer y la realidad.
Los pensamientos que pueblan la mente humana pueden, según su calidad, posicionar el corazón (emociones) y con ello la propia vida, de manera positiva o negativa. Pueden llegar a ser muy dañinos cuando giran si cesar sobre un mismo tema agobiando a la persona de manera irracional, no constructiva, sin aportar provecho alguno. Puedes agotarte en la lucha interna que supone la "necesidad" de pensar y "re-pensar" aquello que te impactó y/o hirió y la tortura de actualizar una y otra vez aquel perjuicio.
Toda rumiación indica que no se ha procesado correctamente la situación que nos impactó. La vida está llena de roces y fricciones; si permanecemos anclados en los mínimos tropiezos y aquello que nos disgusta, entraremos en la vorágine del estrés y el sinvivir. Además, la falta de eficacia para solucionar este problema suele producir tristeza, frustración, apatía, indefensión, abotargamiento mental... llegando a alterar la percepción correcta de lo que acontece y la búsqueda de soluciones reales.
En determinadas tendencias de personalidad, esta actividad "rumiativa" puede desembocar en trastornos obsesivos de distinto calibre que, si se cronifican y enquistan, entrañan un auténtico suplicio para la persona afectando su salud y calidad de vida.
Como medida preventiva básica, hay que mentalizarse y tener muy claro que la vida es una "Escuela" que nunca busca destruirnos sino fortalecer; los continuos "retos", pruebas, dificultades que se presentan, buscarán de ti el mejor afrontamiento: movilización de recursos (a veces ignorados), capacidad de aprendizaje, relacionabilidad de sostenimiento y ayuda (red social)... En definitiva, consolidarte como persona. La vida es escuela de Resiliencia.
Cuando los pensamientos alborotados y caóticos buscan instalarse en nuestra mente alimentando el ego con el victimismo, la autocompasión, el narcisismo, el odio o los deseos de venganza, en primer lugar hay que despertar la Conciencia Consciente: saber que la persona es y será siempre dueña de sus pensamientos.
A continuación, debes valorar con realismo su calidad (pensamientos constructivos o destructivos) y saber diferenciarlos: si en verdad te ayudan, o bien, alimentan el egocentrismo, el odio, el resentimiento y el rencor (verdaderos tóxicos del alma).
Si fueren pensamientos destructivos, has tener muy claro que nunca serán amigos ni aliados (por mucho que nos den la "razón" en todo y nos adulen), sino peligrosos enemigos.
Eres dueño (no esclavo) de tus pensamientos; el Yo los maneja, los depura y no debes permitir que ocurra lo contrario: despidiéndolos amablemente de la propia mente y haciéndoles luego caso omiso, centrar la atención en otras cosas.
Prácticas como la relajación, meditación y oración, mindfulness ( arte de vivir el presente)..., pueden ayudarte a retomar el control sobre la mente y sus cogniciones. A través de ella, controlar tus emociones. A través de mente y emociones, liberar y armonizar tu vida.
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