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Las creencias que arraigan sin el debido cuestionamiento consciente y reflexivo van construyendo nuestro mundo y nuestras seguridades (tantas veces falsas).
Alejan de lo real, condicionando profundamente nuestra vida y los criterios para vivirla. Aseguran muchos fracasos, porque la realidad es como es y no podemos controlarla, nunca se amoldará a nuestros esquemas o deseos. Cuando lo inesperado cuestiona nuestras estructuras y presupuestos mentales, nos desestabiliza; llegan las desilusiones, los desengaños, la frustración, generando mucho sufrimiento.
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Existen también expectativas culturales, que inducen a adaptar nuestras conductas a lo que se supone que la sociedad espera, evitando de esta manera el aislamiento y la exclusión. Pero esta presión externa debe equilibrarse con el ejercicio libre y ponderado de la propia autenticidad.
Las expectativas generan una maraña de condicionamientos que marcan nuestra existencia y la de los demás, coartan nuestra libertad, no dejan fluir la vida alrededor nuestro. Se nos cuelan sin darnos cuenta, pero hay que sentirse libres de ellas. Las expectativas de otras personas sobre nosotros pueden interferir seriamente lo que realmente somos.
Hemos de despertar a nosotros mismos, ser lo que necesitamos o queremos ser, tomar nuestras propias decisiones y, aunque siempre se aconseja escuchar el parecer de otros, la elección final ha de ser libre y personal. Por otro lado, la experiencia de la vida nos irá enseñando que la realidad no es tan rígida como creemos, sino mucho más flexible y modulada; que lo que pensamos "debería ser" es, a menudo, algo subjetivo, aprendido o impuesto por ambientes que nos moldean desde el momento de nacer. Siendo conscientes de nuestras expectativas, aprenderemos a relativizarlas y restarles importancia innecesaria.
La compasión y la flexibilidad hacia nosotros mismos y hacia los demás nos liberará a nosotros y liberaremos nuestro entorno; las personas no nos defraudarán -les dejaremos ser-. Ni tampoco importará si en el ejercicio de nuestra autenticidad -ser-lo-que-somos- no cumplimos las expectativas de alguien. Crecerá nuestra capacidad de aceptación y amor a nosotros mismos, a los demás, a la propia vida... acogiendo con naturalidad los fallos y aciertos elementales de todo ser humano y aquellos imprevistos de la existencia que nos fortalecerán y harán crecer.
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