domingo, 17 de diciembre de 2023

CONÓCETE A TI MISMO


El aforismo griego inscrito en el pronaos del templo de Apolo en Delfos  invitaba a  visitantes y viajeros a profundizar y esclarecer la propia esencia, antes de pedir algo a los dioses. Conócete a ti mismo  es punto de partida para comprender el mundo,  para entender la realidad e interactuar adecuadamente con ella y con los demás.

Han pasado siglos, y a día de hoy, es asignatura pendiente en la mayoría de las personas:  a menudo,  no nos calibramos adecuadamente, fortalezas y debilidades,  desconocemos muchos recursos personales propios y no los activamos, porque no los hemos hecho funcionar jamás,  ni siquiera intentado.

Decía Hobbes:   «quien mire en su interior y considere aquello que hace cuando piensa, opina, razona, y sobre qué bases, leerá y conocerá los pensamientos y las pasiones de todos los hombres en ocasiones similares». Con lo cual, asomándonos al interior de nosotros mismos, somos también capaces de intuir a los demás, nace la empatía. 


En la sala Sibila (mujer sabia, que leía los oráculos) del mismo templo, se leía escrito en oro:  

«Te advierto, quienquiera que fueres tú, que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros. Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses».   


Bien conscientes de valores y convicciones que nos guían,  conociendo y sabiendo gobernar el ser, el propio temperamento y la manera de estabilizarlo,  qué nos entristece, enfurece o satisface, lo que nos disgusta o  hace  sentir  bien y nos realiza..., podremos relacionarnos eficazmente,  no culpar a los demás de lo que depende de nosotros y estar mejor preparados ante la adversidad y contradicciones de la vida.

Descubriremos las propias heridas enquistadas y bloqueos subyacentes, que pueden condicionar nuestra existencia, entendiéndolas como retos a sanar y superar,  y se transformarán en cicatrices que al final nos embellecen, fortaleciendo el ser. 


Hemos de saber que somos seres dinámicos,  que nada de lo que hemos sido o ahora mismo somos puede condicionarnos definitivamente;  cambiamos y crecemos cada día;  en nuestra mano, sí estará siempre buscar lo mejor de nosotros mismos,  mantenerlo vivo y activo, en contacto permanente con el propio interior,  haciéndolo valer y perseverar, en el día a día del camino que tenemos  por delante.  


Desde nuestra mejor versión,  libre y eficaz, siempre será  momento adecuado para hacer lo correcto, decía Luther King.  


Y Mark Twain aconsejaba: "Haz siempre lo correcto. Complacerás a algunos y asombrarás al resto"


                                           










 

sábado, 4 de noviembre de 2023

SOMOS LO QUE HACEMOS PARA CAMBIAR LO QUE SOMOS



 


Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.

Este sustancioso e inspirador pensamiento de Eduardo Galeano no debe dejarnos indiferentes.  Nos mueve a trabajar en la vida, esforzarnos, implicarse en cambiar condiciones que no nos gustan mejorando nuestro yo,  del cual depende mucho acontecer que llega a nuestro día a día. 

 Lo que hacemos  tampoco tiene por qué ser grandes cosas sino detalles con nosotros mismos y los demás, que entrarán siempre en la órbita del amor: atención, generosidad, paciencia, amabilidad 
(por favor, gracias o lo siento favorecen la salud mental propia y ajena); delicadeza, esfuerzo, responsabilidad,  colaboración, empatía, interés sincero por el otro y deseo de ayudar...   Pequeños ejercicios cotidianos, de todo ello, con  nosotros mismos  y con los demás, podrían sorprendernos en sus resultados si los trabajamos con sencillez y perseverancia día tras día. 
No cuesta nada intentarlo, se trata de aceptar el reto.  

Porque creemos a menudo que es imposible cambiar la realidad, pero en verdad podemos mucho más de lo que creemos: Cuando nada parece cambiar, si  tú cambias todo cambia.  

Nos parece a menudo que ante una situación adversa, no hay más reacción que la pesadumbre, el victimismo, la impotencia, la rabia,  la frustración, la violencia interior agresiva o la depresión. 
Pero Víctor Frankl demuestra, en su incomparable  Escuela de Sentido, que entre el estímulo adverso y la respuesta humana existe siempre un pequeño espacio, un tiempo de latencia ofrecido a nuestra libertad. Esa libertad que nada ni nadie nos puede quitar, la libertad de elegir mi actitud ante cualquier revés:  puedo negarlo, enfurecerme, desesperar ... o puedo aceptar, respirar hondo y pensar si tengo alguna manera de mejorar la situación.

Sin perder nunca de vista aquello que, a pesar del contratiempo, aún nos queda y nos sostiene; libres, así,  para recordar nuestra fuerza, sonreír, luchar o confiar y esperar.  

Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos,  en busca, siempre, de lo mejor de nosotros mismos y de los demás, ese descubrimiento del ser, con sus tan a menudo desconocidas habilidades, fortalezas y talentos, que nos hacen mejores personas, en beneficio propio y de los que nos rodean. 





domingo, 22 de octubre de 2023

TODO SALDRÁ BIEN, Y SI NO SALE BIEN, ES QUE AÚN NO ES EL FINAL

 



Todo saldrá bien, y si no sale bien es que aún no es el final.

Frase redonda a recordar en la vida. Es la reflexión final de una película, "El exótico hotel Marigold", sencilla, amable, transida de profundas reflexiones, al hilo de la historia.  Palabras que tejen una lección  real, si sabemos mirar la vida con perspectiva:  Antes o después, de una manera o de otra,  al final, todo se arregla,  sabiendo que no significa necesariamente que las circunstancias vayan a cambiar demasiado,  pero si no lo hacen será nuestro corazón el que cambie,  aprenderá a re-nacer y re-construir desde cualquier ruina. 

En el monólogo final, escuchamos también:   
 «El único fracaso de verdad es no llegar a intentarlo... el éxito se mide por como afrontamos la decepción, ya que siempre llega... Vinimos aquí y lo intentamos, todos nosotros, a nuestra manera. ¿Acaso no es normal... que nos asuste demasiado la decepción para empezar todo de nuevo? Por la mañana nos levantamos y hacemos cuanto podemos. Todo lo demás no importa»

Refiere  los cambios inesperados y a menudo no deseados en la vida: 
«Al principio te sientes abrumado, pero poco a poco te vas dando cuenta de que es como una ola: si te resistes, te derriba; si te zambulles en ella te lleva nadando al otro lado. Este es un mundo nuevo y distinto. El reto es adaptarse a él. Y no solo adaptarse sino prosperar»  
   
Habla de afrontamiento,  de aceptación y acogida, de no cerrarse a un dolor, que siempre llega y se incrementa con el sufrimiento inútil (ese que se alimenta de rumiación interior, de amargura,  queja, victimismo,  protesta, rencor, violencia interior, deseos de venganza...) en una escalada que nos destruye mucho antes de intentar cambiar la realidad.  Sin embargo,  cuando se acoge la ola adversa y te dejas llevar por ella con mansedumbre e inteligencia activa, te remolca y al final descansas en la playa, nueva tierra firme. Una vez aquí, no solo hay adaptarse sino prosperar, crecer, construir con ello. 

Son metáforas como lecciones de vida que enseñan a gestionarla mejor en actitudes y emociones,  conocimiento propio y de otros, recursos personales desconocidos, aprendizaje de nuevas estrategias de comprensión e inteligencia de la realidad. 

Si procuramos estos logros, sabremos de felicidad.    Porque la vida, para que nos haga felices, hay que abrazarla, aceptarla como viene,  intentando descubrir la enseñanza que siempre esconde para nosotros una situación cualquiera,  recordando así que, como decía el sabio maestro Nhat Hanh,

«La felicidad no es la meta, la felicidad es el camino».


                                                  




miércoles, 16 de agosto de 2023

TOLERANCIA

 


La Tolerancia consiste en el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y maneras distintas de manifestar nuestra condición humana (Declaración Universal de los Derechos humanos, Unesco,1995),

Virtud bella y actitud importantísima, especialmente en este tiempo, donde la pluralidad, la complejidad de personas, condiciones y circunstancias nos rodea, y que en sociedades democráticas, hay que cultivar.   Somos todos muy distintos y todos tenemos derecho a ser lo que somos, sabiendo que nuestras libertades tienen su límite en el derecho de los demás.  Y vice, la libertad de los demás,  tiene tope en nuestros derechos.   Se trata, en la realidad práctica y cotidiana de la vida, de abrazar al diferente, no dejarse contaminar por prejuicios y discriminar,  simpatizar con ellos, comunicar, interrelacionar y enriquecerse mutuamente.  El objetivo es la buena convivencia y armonía de los grupos humanos y sus sociedades.  Y esto hay que empezar a conocerlo, aprenderlo y educarlo desde la escuela, con adecuada proyección familiar. 

Abrirse a la diversidad promueve una mente abierta y clara, voluntad de aprender, crecer y madurar sin encerrarse  en los propios contenidos mentales, que hay que mantener frescos y renovados.  La apertura sincera, transparencia y fluidez, con respecto al exterior, ayuda a ser más feliz ... Y al tiempo que se disfruta, se comparte riqueza y se construye juntos un mundo mejor, más justo e inclusivo. 

En sociedades estresadas, donde la violencia  se mueve a veces a flor de piel,  la tolerancia  necesita mucho ejercicio de respeto y comprensión. 
Por otro lado,  en un mundo igualmente incierto (modernidad "líquida"),  en que todo cambia tan
rápido  -el trabajo de hoy puede no estar mañana, las relaciones y amistades son a menudo  inconsistentes o poco fiables en el tiempo, la vida se encarece... -, la tolerancia, la paciencia, se hacen todavía más necesarias.    Lo cual tampoco quiere decir aceptarlo todo sin  más,  siempre hay que intentar que las cosas funcionen de manera ordenada y como  parezca mejor, en lo que de cada cual dependa.  Pero aceptar también que el otro puede tener  criterio distinto y si  toca a ese otro decidir, habrá que aceptar. 

Con lo cual, el tolerante no renuncia al criterio propio,  pero implica  autocontrol,  de forma que, en determinadas circunstancias,  sabe callar, educa la mirada y el corazón, por respeto, omite la hipercrítica inoportuna para no herir injustamente.  Los conflictos y diferencias se asumen como normales en la convivencia humana,  se afrontan con naturalidad y espíritu de superación mediante empatía, comprensión mutua y comunicación.  

 El modo hedónico de comunicación  ayuda a socializar sin miedos,  desactivando la ansiedad social, descubre el placer de colaborar y construir juntos.  El descubrimiento inteligente de la cooperación ha sido arma secreta de la historia,   que ha permitido a la evolucionar a todas las sociedades vivas, animales, también humanas,  llegar adonde ahora estamos  y proyectarnos sin miedo hacia el futuro.  




domingo, 9 de julio de 2023

LOS DEMÁS

 


Los demás,  seres humanos que nos rodean.   Que pueden ser "tús" o "ellos",  según interactuemos o no con estas personas.  Que vendrían a ser,  de alguna manera,  como una prolongación de nuestro propio yo,  en distintas circunstancias de vida,  sociales, culturales...  
Los necesitamos para conocernos a nosotros mismos y nos mejoran siempre que les hacemos bien, pero de los cuales hemos de sentirnos libres en el criterio y en el afecto,  para poder ser auténticos y vivir felices.   La dependencia emocional  de su juicio o afección puede esclavizarnos,  impedir nuestro crecimiento y no dejarnos madurar.  

Hemos de aprender a situarnos ante ellos,  de igual a igual, más allá de su condición o situación, en cualquier sentido.  Algo humano nos une,  lo cual es imposible, al mismo nivel, con ninguna otra criatura viva.   No podemos despreciar a nadie ni tampoco endiosar a nadie, son miradas inexactas que proyectan sus propias carencias.  

Hay que mantenerse alerta, también, ante apariencias,  tan engañosas a veces, que fomentan las redes sociales, lo cual obsesiona a muchos, imponiendo retos frívolos,  que desorientan a las personas, despistando su verdadero camino de crecimiento y despertar.   No permiten la autenticidad del yo ni generan vínculos sinceros y constructivos,  más allá del postureo y  ansioso like de los demás. 
Hay que desenmascarar aquí carencias,  egoísmos, falsas relaciones,  falsas "compañías" que si no detectamos a tiempo, nos destruyen. 

El ejercicio de descubrir al otro, en el tú a tú,  como alguien irrepetible y valioso  (sin importar orígenes, condición de vida,  nivel social o cultura),  es siempre enriquecedor.  Hay que superar la mirada prejuiciosa habitual,  que clasifica en falso a las personas,  y transformarla en mirada limpia, nueva, que intenta buscar y encontrar lo mejor del otro, aquello que  aporta y enriquece nuestra vida.

Aunque cueste a veces verlo,   siempre está,  hay que descubrirlo. Las heridas de la vida pueden entorpecer la mirada,  pero una vez sanan, somos capaces de mirar y ver a las personas,  incluso las de toda la vida, de una manera nueva. 

De todas formas,  hasta sentirnos suficientemente fuertes y  seguros,  es mejor alejarse de personas y vínculos tóxicos, que nos esclavicen, que nos hagan excesivamente dependientes  y ahoguen sin sentido el propio yo.   Estas personas también nos enseñan, pero se aprende mejor fuera de su alcance.  Lo que nos afecta y agrede de ellos  no es maldad, sino sus propias inmadureces y heridas, que hay que aprender a gestionar con inteligencia y comprensión,  cuando están irremediablemente cerca;  pero en lo posible, es preferible situarse lejos de su radio tóxico de acción.  

Busca conectar con personas vitamina, esas que sacan lo mejor de nosotros mismos,  que suman lo suyo a lo nuestro, que nos aportan y les podemos aportar,  que no nos disminuyen ni se disminuyen.  Un arte y un reto relacional,  amistoso  y afectivo, a plantearse en la vida. 

Todo buen ejercicio relacional  nos hace crecer como personas y como sociedad.






domingo, 11 de junio de 2023

GRATITUD

Para Cicerón, "la gratitud no es solo la más grande de las virtudes sino la madre de todas las demás", y para los evolucionistas, ha sido una habilidad primordial, que ha supuesto ventaja evolutiva  para sobrevivir como especie, generando vínculos sociales constructivos.  

El psicólogo Robert Emmons  define la gratitud  como la afirmación de los dones de la propia vida y el reconocimiento de que esos dones vienen de fuera de nosotros.   
Y  ha trabajado sobre estudios científicos acreditados para demostrar sus asombrosos  efectos sobre la salud: presión arterial,  función inmunológica, sueño, depresión, ansiedad, hipercolesterolemia y salud cardiovascular... resultando una excelente medicina.

Por sus amplios  beneficios,  hay que  insistir en su trabajo y ejercitación porque, efectivamente, la gratitud se puede entrenar y desarrollar en la vida,  hasta internalizarla y automatizarla como actitud cotidiana permanente.  Es una manera de madurar nerurobiológicamente el cerebro y contribuir de esta manera a una plenitud gratificante de realización personal. 

Emmons   enfatiza que la gratitud no ha de ser solo
reactiva (sentirse bien, feliz y agradecido cuando sucede algo bueno), sino proactiva,  por eso anima también a recordar momentos malos, difíciles y oscuros de la vida,  constatando cómo al final pudimos salir de ellos,  llegando adonde estamos ahora,  y dejándonos alguna importante lección de aprendizaje. 
  
Para una verdadera capacidad de agradecimiento no importan las circunstancias:  es la gratitud incondicional,  la gratitud indestructible.  Una gratitud enraizada de manera existencial  no ignora las condiciones duras de la vida sino que   "prende una luz en la oscuridad"  y se hace maestra de resiliencia.        

Vale la pena tomárselo en serio y, apetezca o no apetezca,  trabajar la gratitud cada día: un listado de cosas buenas cotidianas al final de la jornada; cartas escritas agradeciendo a alguien, cercano o lejano, aquello que nos gusta y nos inspira;  un listado de posibilidades negativas que hubieran podido darse cada día  y fue todo positivo.    

El sentimiento de limitación y vulnerabilidad nos hace realistas y humildes;  desde aquí, puede abrirnos a la grandeza del don inmenso que sostiene la vida, de infinitas maneras,  más allá de nuestras fuerzas,  generando profundas sensaciones de confort y confianza, incluso en las situaciones más difíciles y oscuras de la existencia.