lunes, 18 de diciembre de 2017

PIGMALIÓN ( la profecía autocumplida)




Habrás oído hablar del mito griego de Pigmalión,  que debe su denominación a un escultor que llevaba este nombre y se enamoró de una de sus esculturas:  Galatea. 

Llegaría  a tal punto  su pasión que la trataba como si fuera una mujer real y estuviera viva.  El mito toma fuerza por  intervención de Afrodita,  la cual,   conmovida por el amor que sentía el escultor por su estatua,  dio vida a Galatea mientras  Pigmalión dormía.

Este suceso dio origen a una reflexión psicológica denominada "efecto Pigmalión" que permite observar cómo  la realidad llega a superarse a sí misma  cuando la expectativa de alguien es tan fuerte, intensa y sin dudas  que,  teniendo por incuestionable tal superación,  finalmente  dicha  transformación ocurre.  

La investigación sobre este efecto ha tenido hondas repercusiones también en Sociología;  desde esta disciplina emerge sintetizada en el Teorema de Thomas:   "Si las personas definen las situaciones como reales, éstas son reales en sus consecuencias.  Y añade:  "las impresiones subjetivas que pueden ser proyectadas en la realidad de tal modo (en intensidad y vivencia)  pueden llegar a hacerse verdaderas".


El sociólogo Robert K. Merton  refiere este efecto como "profecía autocumplida":   "Es,  al principio,  una definición "falsa" de la situación,  la cual  despierta un nuevo comportamiento que hace que la falsa concepción original de la situación se vuelva "verdadera".    

Roshental y Jacobson  estudian el efecto Pigmalión mediante un reconocido experimento, sabiendo de su gran importancia educativa,  en familia y en las aulas:   Alumnos de la misma edad,  con capacidades similares y  provenientes de un medio sociocultural semejante,  son colocados en dos clases análogas.   Pero el Director transmite a los profesores informes  muy diferentes sobre unos y otros:  afirma que en la clase A,  los niños son estudiosos,  responsables,  educados,  de buena convivencia;  pero en la clase B,  los chavales son indómitos,  irresponsables,  sin motivación para el estudio,   agresivos y de difícil trato. 

Al final,  los chicos  terminan comportándose según las expectativas de los profesores,  que los trataron durante el curso  según los informes previamente recibidos:  Así, la clase A sacó excelentes resultados y la clase B  a duras penas superó el curso.  Los investigadores observaron cómo  el trato del profesor había condicionado las actitudes y conductas de los alumnos los cuales buscaban,  inconscientemente,  "cumplir  las expectativas"  de los profesores.   

Con lo cual,  mucho cuidado con nuestras palabras y actitudes  hacia personas,  circunstancias... y también hacia nosotros mismos.   Porque estamos condicionando y construyendo la realidad en un sentido positivo o negativo:  mejoramos el mundo o lo degeneramos,   construimos grupo y sociedad o los destruimos;  nos ayudamos y estimulamos a crecer a nosotros mismos, o  hundimos nuestra alma en un autodesprecio aniquilante.   Toda consciencia despierta  conlleva una  responsabilidad necesaria que debe aprender a dirigir libremente la propia  voluntad hacia el Bien y lo Bueno para todo y para todos (incluyéndonos a  nosotros mismos)   

                                                        






jueves, 16 de noviembre de 2017

PALABRAS





El lenguaje nos construye.   Las palabras que continuamente rumiamos en nuestro interior  (hay que aprender a observar ese "lenguaje interno"  que nos acompaña  desde la adquisición del habla en la infancia, y acompaña en todo momento nuestra conciencia)  son el filtro constante  que construye la realidad que acontece  y,  al mismo tiempo,  configura la mente,  el "yo"  de cada persona. 



Dice Michèle Petit,  antropóloga francesa:   

"El lenguaje nos construye. Cuanto más capaces somos de darle un nombre a lo que vivimos, a las pruebas que soportamos, más aptos somos para vivir y tomar cierta distancia respecto de nosotros mismos, y más aptos seremos para convertirnos en sujetos de nuestro propio destino..Pueden quebrarnos, echarnos e incluso insultarnos con palabras, incluso con silencios. Pero otras palabras nos dan lugar, nos acogen, nos permiten volver a las fuentes, nos devuelven el sentido de la vida".
´
Por eso sabemos que hay palabras tóxicas y palabras  sanadoras, benéficas;  por eso,  somos  responsables de cada palabra emitida que impacta en el ambiente y que puede  contribuir o no a la destrucción o mejora del mundo y de nosotros mismos.   


Cada lengua,  cada cultura,  permite una construcción diversa de la realidad. La  capacidad personal de pluralidad lingüística desarrolla la inteligencia, amplía la mente y permite el acceso a un universo de matices propios del lugar,  que se ignora en otros entornos.  En interacción con los propios esquemas culturales y de vida aprendidos,  la estereoscopia que  genera  suscita espectaculares crecimientos de conciencia.  



Las palabras  tienen un poder creador y transformador.    No solo describen  la realidad,  sino que son capaces de crearla y  transformarla:  

-Generan  identidad personal:  lo que  nos vamos diciendo  a nosotros mismos y  lo que nos dicen los demás nos configura,  situándonos ante el mundo y los otros.  
-Generan relacionabilidad:  comunicación,  trasvase de  conocimiento, emociones, solidaridad.  La calidad de una conversación expresa la calidad de la relación.   
-Generan compromisos.  La palabra dada  ("de honor") asume responsabilidades  y consigue metas  que  de otra manera  quedarían diluidas en una indolencia incapaz de transformaciones hondas.  
-Generan posibilidades abiertas  anticipando  la construcción del futuro.  Preparan caminos  transitables para una posterior acción. 
-Generan mundos distintos que amplían la visión del Universo.  
    

El filósofo y sociólogo Rafael Echevarría continúa y  exhorta:

¿Quieres generar un mundo diferente? Cambia tus conversaciones, genera compromisos, crea posibilidades.

Por nuestra responsabilidad en esta vida y este mundo... todos tenemos un lugar en las palabras (C.Warnken)





lunes, 23 de octubre de 2017

ZOZOBRA Y DESCONCIERTO



  Hay momentos en la vida   en que parece que todo se derrumba,  el cielo se desvanece y bajo los pies pende el vacío.    Es como sentirse colgado en medio de la nada sin el consuelo de arriba ni el apoyo  del suelo que nos  sostiene.  El absurdo,  la irracionalidad,  la injusticia,  el disparate,   pueden estar servidos alrededor de aquellas circunstancias concretas que  promovieron  la inestabilidad más absoluta,  el vértigo,  la sensación de caer en un abismo sin fin.

Avanzamos en la vida arropados por esquemas que nos dan seguridad, lo cual es normal  y nos protege.  En momentos de crisis,  cuando las antiguas estructuras de pensamiento no dan repuesta a nuevos problemas planteados,  el cambio de criterio no   ocurrirá  súbitamente,  sino que se irá  preparando poco a poco.  El encuentro con realidades desconocidas expande la visión de la vida,  socavando al mismo tiempo  la idoneidad de esquemas  precedentes  que,  finalmente, se desmoronan y acaban  descartándose por estrechos,  inadecuados u obsoletos.   De esta manera,  vamos adoptando  un sistema de creencias y convicciones más amplio,  robusto y fiable que resuelve mejor aquellos  retos vigentes  a los cuales no llegaban  las carencias del anterior.

Cuando antiguas estructuras mentales acaban perdiendo  fuerza y credibilidad,   lo  nuevo que nos referencia e identifica la actualidad de nuestro ser  se erige como nuevo paradigma de pensamiento,  actitudes,  vida y emoción, que guiarán nuestra vida  mientras nos sean útiles evolutivamente hablando. 

Cuando el mismo devenir de vida,  imparable,  siga ampliando la experiencia  y el  quehacer mental vuelva a sentirse estrecho,  un nuevo esquema mental y sistema de pensamiento  emergerán a tiempo para seguir sosteniendo,  apoyando y dinamizando nuestra andadura humana,  relacional, social... y también espiritual,  al paso de una  conciencia cada vez más evolucionada y  despierta.                                                                                                 
Crecemos y evolucionamos.  A través de la cotidianeidad de la Vida,  la Sabiduría Providente que acompaña, implícita, nos cuida y educa  permitiendo lo que  conviene para nuestro mejor progreso humano y espiritual. 

No significa en absoluto que esto sea fácil de asumir en circunstancias adversas... Porque,  para el que  vive momentos de crisis, incertidumbre y duda, zozobra o adversidad,  toda seguridad desaparece,  su impresión subjetiva es  de "abandono" (del cielo y de la tierra),  desconcierto y caos,  sin conocer aún lo que la vida quiere enseñar a través de estas situaciones,  ni saber adónde  dirigir el siguiente paso de cada día.     

La mirada inteligente del sabio conoce la vida, sus procesos y sus "vueltas",   sabiendo que,  con la debida actitud de afrontamiento,  todo lleva a  buen lugar.   La confianza estabiliza el timón del alma en medio de la tempestad  hasta que el temporal amaine  y  un rayo de luz  siga orientando el rumbo. 

Porque es así:  tras la tormenta   luce el sol  de nuevo o bien aparece la luna y  guían  las estrellas.  Y,  tras la noche, amanece con certeza.      La luz  renovada  deja adivinar un escenario mas creíble,  más real,   que la fantasmagoría  experimentada en el caos;   poco a poco se vislumbra el camino,  se retoma la buena senda  y  el timón del alma,  guiado por el astro rey,  vuelve a orientar su ruta.


                                                                   

lunes, 2 de octubre de 2017

¿ESTÁS TRISTE?



A veces pasa... Pero no temas,  forma parte de la vida.  Solamente si se enquista, si se hace prevalente,  si sientes que te arrebata la vida,  absorbe largo tiempo tu alegría  y poco o nada te deja hacer en el día a día,  debes ponerte alerta y buscar remedio más allá de ti mismo.  Porque entonces no es tristeza, sino depresión, un trastorno  que necesita  ayuda.  

Reconocerás los síntomas:  llanto,  retraso psicomotor,  rostro abatido,  inapetencia,  sueño irregular, desgana y desmotivación general ante cualquier actividad,  rumiación mental en torno a lo que preocupa,  problemas de concentración, ...

Como malestar,  intentamos apartarlo,  arrancarlo de la vida,  pero hay que tener en cuenta que toda emoción es adaptativa, es decir,  se ha conservado a través de miles de años en la raza humana para favorecer  la supervivencia de la especie,  su adaptación y progreso.  Aunque parezca una paradoja,  es así.  La tristeza lanza un mensaje  útil  que contribuye al equilibrio psicológico de la persona en su caminar por la vida.  Las señales  que el cuerpo refleja y  percibe la persona sobre el propio estado (gracias a la propiocepción)  indican que algo no marcha bien en su  organismo psíquico, en sus relaciones con el entorno, en el afrontamiento de la vida,  y alertan para la intervención. La diversidad de emociones humanas estimula la toma de decisiones para adecuarse  a una realidad que se impone;  siendo la adaptación su utilidad prevalente. 

Por supuesto,  si algo de lo que acontece nos resulta adverso, hay que intentar cambiarlo por todas las vías posibles razonables.  Pero, si a pesar de los esfuerzos no se consigue,  no hay más remedio que adaptarse, aceptando la posible contrariedad  (minimizándola) y enfatizando  lo positivo de la nueva situación.  

Se ha demostrado que la tristeza,  al producir una "depresión" (ralentización)  anímica,  actúa como ahorrador de energías que se emplean en una reflexión interiorizada sobre las mejores salidas.   Al mismo tiempo, al conocer todo ser humano la tristeza por experiencia propia, puede empatizar con la tristeza del otro  suscitando redes de ayuda y solidaridad con  el que sufre. 

La utilidad de la tristeza estriba, pues, en que permite reorganizar la vida:  cambiar lo que se puede y  aceptar lo irremediable (con la pérdida,  fracaso o contradicción que conlleve), generando pensamientos alternativos  (positivos) que adoptan una perspectiva diversa de la misma realidad.   

Aceptar conscientemente la tristeza es de fuertes (no de débiles ni cobardes),  lo cual no significa hacer de ella una nueva "zona de confort" que nos atrape e impida salir de su envolvente red. Conforme se va reorganizando la vida en la nueva situación,  la persona se libera,  empieza a respirar mejor y va  recuperando   vida y  bienestar.  Así, aunque dolorosa, resulta emoción útil para minimizar  los daños que la vida  inflige a menudo en sus criaturas.   Expresar la tristeza,  no guardarla,  ayuda a superarla.  

Por otro lado, tanto la relajación como el ejercicio físico  son recursos terapéuticos elementales para la gestión de toda emoción lastrante; recobrando así,  poco a poco,  la energía y vitalidad perdidas. La alegría.  

domingo, 27 de agosto de 2017

EL ÁRBOL DE LOS PROBLEMAS





Quisiera  traerte hoy un cuento de esos que enseñan para la vida.  Es del psicodramaturgo y terapeuta gestáltico Jorge Bucay:
<<El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar mi vieja granja, acababa de finalizar su primer día de duro trabajo. Su cortadora eléctrica se había averiado, y le había hecho perder una hora de su trabajo, y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar.

Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio. 

Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia.                   

Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.    

Al entrar en su casa, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara sonreía plenamente. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Posteriormente me acompañó hasta el coche.

Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad, y le pregunté acerca de lo visto cuando entramos.

- "Ese es mi árbol de los problemas", contestó.

- "Sé que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero hay algo que es seguro: los problemas no pertenecen ni a mi casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que, simplemente, los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego. Después, por la mañana los recojo otra vez. Lo más divertido es que... cuando salgo a la mañana a recogerlos, ni remotamente encuentro tantos como los que recordaba haber dejado la noche anterior.">>


Toda vida humana pasa por situaciones difíciles y momentos de adversidad.  Pero, para el ideal de dar siempre lo mejor de sí mismo, como estrategia de vida que nos hace más felices (también a los demás),  hay que  preservar espacios para la desconexión: el cariño compartido, el esparcimiento físico y mental,  la sana alegría.  
Comprobaremos que, al retomar el afrontamiento de los problemas, los encontraremos con bastante menos carga amenazante y virulencia. 

Está demostrado que las dos mejores armas que liberan y protegen de cualquier clase de estrés son tanto el ejercicio físico, como  toda clase de contacto e interacción social amiga.  

                                            





lunes, 7 de agosto de 2017

AFABILIDAD





La Afabilidad  es   bella y esforzada.  Puede ser un reto heroico.   Parece sencilla y suena, en general, a "buenismo" fácil, trivial y asumido en el  convivir humano;   pero como talante (natural o adquirido)   puede llegar a costar muchísimo si no existe,  interiormente,   la determinada determinación  de cultivar esta actitud y  perseverar en ella.   La afabilidad conlleva  un importante valor añadido como  ejercicio de Inteligencia Emocional  beneficiosa para todos, individual y socialmente.   

Afable procede del latín  affabilitas  y significa agradable,  suave de trato, benevolente, dulce. En sentido propio,  sería aquel: "con quien se puede hablar fácilmente". Ternura y bondad de corazón que  nunca halla  distancia entre las personas,  sino cercanía, proximidad con todas ellas.  Exige autodominio y tacto (esto es Inteligencia Emocional) para acertar en el qué, cuando y cómo  de las cosas  y,  para ser realmente afable  ( no hipócrita),  se acompaña de  nobleza sencillez y  franqueza generosa. 

La afabilidad  construye personas  y,  desde ellas,   grupos fuertes, solidarios;   sociedades saludables, cohesionadas y consistentes.  Aún más allá, el Bien que se ejercita un solo instante por amor, acrecienta el Bien y lo Bueno de todo el  Universo (por aquello del “efecto mariposa").

El desgaste cotidiano en la convivencia (ambientes familiares, laborales o amistosos/fraternos), el exceso o falta de confianza,  la tensión acumulada,  las pequeñas frustraciones y luchas de cada día... acaban minando toda positividad emocional que  queda finalmente  a merced de la visceralidad incontrolada, el  juicio y el prejuicio; del pronto o impulso más primario, el mal humor o la impaciencia.  En cuanto se relaja la intención y el interés particular por mantenerla,  toda convivencia humana y fraterna  se resiente.

La Afabilidad ayuda a emerger lo mejor de las partes  (uno mismo y los demás). Contrariamente, el trato displicente,  poco amable,  autoritario y falto del respeto necesario  potencia  lo peor de las personas que emerge como reacción y  mecanismo de defensa errado. De todas formas,  el primer damnificado será siempre el poco afable (o "antipático")  que acaba solo y encerrado amargamente en su poca cordialidad  y sequedad de alma.  

La  afabilidad es  pilar fundamental en la escala de amor más elemental. Otro  pilar sería el respeto.   Respeto debido a todo ser humano,  en general  a las criaturas,  como parte maravillosa del inmenso don de Dios;  más allá del criterio propio, pensamiento o emoción particular, siempre diversos,  la voluntad de respeto  es, ya,  voluntad de amor. 
El tercer pilar sería la empatía ( ponerse en la piel y  zapatos del  otro).  Es  el más fuerte de los tres, capaz de fortalecer y potenciar los dos primeros.    
                                                                                             Apoyándose en esta trilogía  básica primordial puede asentarse,  consistente y responsablemente,  cualquier otra forma responsable  de amor comprometido,  bien nutrido por tan firme basamento y coexistiendo con él. 











martes, 4 de julio de 2017

LA ALEGRÍA DE LA LIBERTAD






Es muy fácil hablar de libertad,  y muy difícil  vivirla.

Sin embargo,  en ella nos va la vida y la  felicidad  verdadera:

Libertad más allá de  poder hacer "lo que se me antoje"  en cada impulso,  en cada momento.  

Libertad que trasciende  las pequeñas libertades humanas  y apunta  más lejos,  más alto,  más hondo.

Libertad que gozaron  Víctor Frankl  y Etty Hillesum en  campos de concentración nazi  (misteriosamente libres los más indignamente privados de ella).  

Libertad para elegir  actitud  cuando no podemos controlar  circunstancias:  paciencia para lo  inevitable  pero,   cuando  es posible,  esfuerzo máximo para  cambiar lo adverso.

Libertad para dibujar  sonrisas,  también  cuando no apetece,  pues  transformar positivamente el rostro cambia nuestra actitud. 

Libertad para levantarse  en cada tropiezo o caída  siguiendo adelante como si nada. 

Libertad para amar trocando, incluso,  el propio odio en amor.        
Libertad para aspirar al Infinito  sin atarse a una esclavitud mezquina  que impida  mirar a lo alto y crecer.

Libertad en  Vuelo que engrandece el ser  y procura  la paz.   


 Como dice el poeta: 

 "Libertad, 
             dame tus alas para romper cadenas, 
                                                         tu cielo para bendecir mi tierra..."