jueves, 22 de diciembre de 2016

LO QUE DESTRUYE O CONSTRUYE EL SER






Circula por las redes  una interesante reflexión que  remite su autoría  a Mahatma  (Alma Grande) Gandhi.     Abogado, pensador y político hindú,  fue  también Sabio, Maestro, Místico de la No Violencia que,  tras  obtener la independencia de su país,  continuó trabajando por la integración de castas y los derechos sociales de todos.

Probablemente,  el texto no sea suyo  al pie de la letra,  aunque  pudiera muy bien  haberse inspirado  en él  (de pensamiento amplio,  profundo y rico).  Sus  únicas armas,  a la luz de la conciencia, fueron siempre  la Acción Silenciosa,  pacífica y reivindicativa,  junto a  la no provocación.
Las frases son de enorme calidad  psicológica en principios y valores insertos en realidades   frecuentes de la vida.  No  puedo  menos  que compartirlas por  aquí  como valiosa ayuda (reflexiva y práctica)  para  la  cotidianidad  del  día a día:

Un día  preguntaron a Mahatma Gandhi, cuáles eran los factores que destruyen al ser humano.
Y él respondió así: 

🔹La Política sin principios
🔹El Placer sin compromiso
🔹La Riqueza sin trabajo
🔹La Sabiduría sin carácter
🔹Los Negocios sin moral
🔹La Ciencia sin humanidad, y;
🔹La Oración sin caridad....

Ghandi, dijo que la vida le había enseñado que:

🔸La gente es amable, si yo soy amable.

🔸Las personas están tristes, si yo estoy triste.

🔸Todos me quieren, si yo los quiero.

🔸Todos son malos, si yo los odio.

🔸Hay caras sonrientes, si yo les sonrío.

🔸Hay caras amargadas, si yo estoy amargado.

🔸El mundo es feliz, si yo soy feliz.

🔸La gente se enoja, si yo estoy enojado.

🔸Las personas son agradecidas, si yo soy agradecido.


La vida es como un espejo:

-Si sonrío a  la vida,  el espejo me devuelve la sonrisa.

-La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí.

-El que quiera ser amado, que Ame.



👉 No te compliques las cosas, es así de simple:

💭¿Extrañas? ¡¡¡LLAMA!!!

💭¿Quieres ver a alguien?. ¡¡¡INVITA!!!

💭¿Quieres que te comprendan? ¡¡¡EXPLICA DE NUEVO!!!

💭¿Tienes duda? ¡¡¡PREGUNTA!!!

💭¿No te gusta algo? ¡¡¡DESÉCHALO!!!

💭¿Te gusta algo? ¡¡¡CUÍDALO!!!

💭¿Tienes metas? ¡¡¡CÚMPLELAS !!!

👉 Estar vivo no es lo mismo que VIVIR!!! La vida no son los años, la vida son momentos que la forman día a día y tú mereces vivirla de la mejor manera.....

domingo, 4 de diciembre de 2016

ALEGRÍA TERAPÉUTICA



     
 Decía Sócrates que  la Alegría  del alma conforma los bellos días de la vida y mantenerla  se  considera  se considera virtud excelsa    ("virtud" supone una  "disposición habitual para hacer el  bien"). 

 A niveles más prosaicos,  el diccionario  describe Alegría como "sentimiento grato y vivo que suele  expresarse exteriormente con palabras y  gestos diversos". Se  manifiesta  con gozo,  jubilosamente,  capaz de alimentar el alma y el cuerpo  proporcionando un estado interior  luminoso y fresco;    genera bienestar,  buena energía,  predisposición positiva y constructiva.   Es  tremendamente contagiosa,  con lo cual,  resulta siempre un bien social  y  cementante  relacional  dinámico  incomparable.

 Se considera el estado de ánimo más confortable y agradable  que puede vivenciar el ser humano,    realzando su valor  al lado de la tristeza que se ofrece como contraste.  La alegría mantiene y  potencia la mejor salud:  se ha comprobado un mejor funcionamiento de todos los órganos  internos,   también del cerebro,  por lo que la  mente gana en claridad y eficiencia.   Los estados  mentales positivos y alegres  ayudan a liberar endorfinas  que alivian o eliminan el dolor   tanto  físico como emocional (la alegría resulta un inhibidor natural del mismo),  aumentando la  resistencia mental,  emocional y física.   

 En medicina   psicosomática,  la alegría resulta un  aliado fundamental:    La risa  es un eficaz agente  relajante muscular,   mental  (al distraer la  atención y refrescarla)  y emocional  (capaz de  levantar  el ánimo más cansado o abatido).   El ánimo alegre  estimula la creatividad y   facilita las relaciones  humanas.   Fomentar la alegría puede suponer  liberación diaria y gratuita.   La alegría rejuvenece y  embellece  resultando una de las  expresiones más radiantes de la persona agradecida.   Mejorando  el ánimo,  las circunstancias tienden a  confluir de manera sintónica con tal estado de ánimo  (al  igual  que las calamidades  suelen "acudir" a las  personas amargadas y tristes).

 Así que,  ¡bienvenida alegría!,  tan necesaria  para la vida,  para el mundo,  para el crecimiento  de  la persona,  para  la comunicación y convivencia humana. 

 Sin embargo,  hay  que saber discernir porque hay  clases de alegría  (es decir,  matices muy  distintos de fondo,  para expresiones similares):  hay  alegría falsa,  escandalosa,  dañina , ociosa  y "juerguista",  rebosante de energía pero  descontrolada, generada por un placer desenfrenado que  vacía el alma,  la cual  se percibe luego  entristecida y sola.  Hay alegría superficial,  frívola y snob   en aquél que se ríe de todo,  pasa de todo  y no se toma en serio ni la vida ni las personas; no pisa  tierra  y se alimenta de una inconsistencia que,  a la larga,  pasa factura. La alegría del humor, sin  embargo,   resulta sumamente saludable y sanadora...  Es aquella que se expresa con una risa  expansiva y contagiosa  con efectos  neurofisiológicos  tan contundentes,   que  su expresión  provocada se emplea en terapia  (risoterapia);   está demostrado que mejora la vida de las  personas.   
 La alegría sentimental supone  el sentirse satisfechos,  encontrarse  bien:   las cosas marchan  adecuadamente y con éxito.  La emoción aquí es lógica y correcta,  pero todavía no ha alcanzado el  grado de "virtud",   no  caló a esa hondura en la cual,  los vaivenes  y bandazos de la vida,   no la  afectan. 

 Como virtud resiliente  remite a una actitud interior llena de serenidad  que  arraiga con la  la repetición de actos en línea  (igual que las otras "alegrías" en su propio terreno).  Aquí se trata  de esforzarse en mantenerla, sonreír sinceramente,  procurar la salud  (física, mental y espiritual)  ...;  también el olvido de uno mismo   (cuando no es necesario estar pendiente de sí)  y la atención al  otro  (actitudes prosociales),   generan la  dicha más profunda:  el gozo de la amistad,  la ayuda  mutua,  la reconciliación.     Alegría noble que se ejercita con  voluntad  de enraizarla aunque las  cosas no vayan bien.  

 Como decía  Benjamín Franklin  "la alegría (sincera)  es la piedra filosofal que todo lo convierte en  oro" ;  así, por sus frutos se discierne.




martes, 15 de noviembre de 2016

PERDÓN TERAPÉUTICO





Misericordia  y perdón  se entienden a veces  como una actitud de simple condescendencia, emocionalidad débil, bondadosa y facilona  ante toda calamidad (sufrimiento o error humano...).   Muchos  lo  asocian  con poca energía de carácter  y con un "buenismo"  sentimentaloide  falto de autocrítica   y realismo.    En realidad,  la "misericordia"  así  percibida  quedaría  en sentimientos de superficie que consuelan  un incierto sentido de culpa  sin  alcanzar nunca el corazón profundo de la persona.
El caso es que misericordia y perdón,  vividos en su sentido más propio,  se dan la mano y  mejoran el tejido social humano:  cambian la mirada sobre el otro  legítimamente diverso,   tan frágil  como tú y  yo,  con posibilidad  de equivocarse igual que tú y  yo.

La misericordia es talante  de mente y  corazón,  comprensivo  y acogedor del otro;  lejos de ser fácil,   se hace cualidad recia y enérgica al tener que vencer las resistencias egoístas del yo.   Y resulta  "caldo de cultivo"  necesario para que el perdón auténtico pueda florecer  en situaciones de ofensa  y/o injusticia recibida.   Misericordia y perdón  son rasgos  propios  de personas fuertes,  no débiles. Te hará  falta mucha energía,  fortaleza y convicción para mantenerlos despiertos  y activos  en la propia vida.   Suele  llegarse a ello de manera natural cuando,  abriendo la mirada, seas capaz de percibir tu propio barro en  el otro  (no por encima de él);  conociéndote a ti mismo (limitaciones, yerros,  torpezas,  caídas...) y por extensión del propio yo,  te harás  experto en empatía  capaz de comprender la debilidad ajena y acoger a los demás.   Cuando las limitaciones personales y equívocos del otro te  hagan percibirlo enemigo sin causa razonable por parte tuya, sin dejar de protegerte,  sabrás aceptarlo y  perdonar.

La tarea  importantísima del perdón hacia uno mismo  (autoaceptación)  va forjando actitudes vitales en la persona ( confianza,  humildad, paciencia,  esperanza,  reconciliación) y  es bueno ejercitarse día a día: 

-En primer lugar,  has de ser consciente  del  malestar emocional  propio que puedas albergar,  intentando detectar  el "hilo conductor"  que lo provoca.  
-En segundo lugar,  una vez  localizado,  habrás de asumir la lógica (elemental en esta vida)  de que   toda  acción  conlleva  consecuencias;    aceptando  los efectos o derivaciones  de los yerros con responsabilidad serena,   tendrás a los errores  por maestros del futuro.   
-En tercer lugar,  hacer efectiva  la decisión misma  de perdonarse  porque necesita en ocasiones  grandes dosis de coraje y fortaleza.   Ni mucho menos supone, como decíamos,   justificación  o debilidad,   sino aceptación valiente de la realidad  con voluntad de aprender  del desacierto  y  el propósito firme de crecer con la experiencia.  

Cada átomo  de energía que malgastamos   enroscados alrededor del "yo" contemplando  nuestro remordimiento y  despreciándonos,   roba valiosas energías  constructivas  para  el  verdadero quehacer de aprendizaje  y crecimiento  que la Vida,  en crecimiento, imparable,   espera de cada cual.  
Toda persona tiene derecho a equivocarse:   ha de convencerse y aceptar que  es  "lícito"  errar,  tener fallos...  Incluso,  es bueno dar gracias  por ellos:  ayudan  a concienciar  la fragilidad  del ser humano  y  aceptarlo con humildad,  sabiendo que su experiencia madurará  un aprendizaje  enriquecedor y buena lección de vida.

Tras  el perdón a uno mismo se sitúa  el  perdonar  la vida,   aceptar sus circunstancias diversas (a veces difíciles) y  pequeñas contrariedades  cotidianas  con serenidad.   Si eres capaz  de una sonrisa valiente,  aún mejor (sabiamente se dice  "al mal tiempo, buena cara").   Se trata aquí de concienciar y asumir  que  no  siempre podemos controlar la realidad  y hay muchas cosas que, sin querer,   se nos  escapan ...
Con ello  prosigue la cura de humildad,  aceptación  de lo que hay  y  Confianza en  un Amor más grande  (de fondo)  que todo lo sostiene. 

Desde estos dos presupuestos  fundamentales,  (autoaceptación  y  aceptación de las realidades de la vida  en  ejercicio cotidiano),  brotará de natural  en ti   la acogida espontánea y aceptación  del otro,    un talante  sencillo y  "misericordioso"  capaz  de  perdonar  también desaciertos,  ofensas e injurias de los demás.  Adquirirás  conciencia clara y comprensiva de que el ser humano puede  equivocarse  y  no obrar bien;  que cada cual tiene condicionamientos  y problemas  que, a menudo, proyecta  en otros sin  discernir;    que  el que hiere y ofende suele ser,  a su vez,   alguien profundamente herido  que vuelca su inmadurez, sus problemas, su propia violencia..., sin calcular.  En el fondo,  el agresor injusto es el más triste,   desafortunado, "enfermo"  e involucionado   de todos. 

Cuando logres alcanzar conciencia de unidad y toda dualidad (equívoca)  desaparezca,  entenderás al otro como una "prolongación"  del propio yo   (que pudieras ser tú mismo en   circunstancias similares de vida,  condicionamientos personales y contexto)

El perdón resulta terapéutico porque es liberador.  El rencor,  la rumiación  odiosa y vengativa  son verdadero lastre y  tóxicos del alma:  mente,  actitudes, comportamientos resultan contaminados  amargando  la vida propia  y ajena (inocente).    No vale la pena odiar,  no es práctico ni  "desahoga" como se pretende.  El rencor enferma la vida  y  el mejor antídoto será  siempre la Reconciliación profunda y pacificada con todo:  con uno mismo,  con la vida,  con los demás.






sábado, 29 de octubre de 2016

VUELTAS Y VUELTAS ... (RUMIACIÓN)






    ‘Él abusó de mí, me golpeó, me venció, y robó’
   — Y aquellos que albergan tales pensamientos el odio nunca cesará
    ‘Él abuso de mí, me golpeó, me venció, y robó’
    — Y en aquellos que no albergan tales pensamientos el odio cesará".

El Budismo afirma  que,  en situaciones de ofensa e injusticia,  el agresor es,  realmente,  el más desafortunado de todos. 
Pero la víctima  aún puede victimizarse  más con una mala gestión de sus emociones  que le robarán capacidad cognitiva inteligente para solucionar  problemas y dificultades  de la vida.   

Del pensamiento  de Buda   se desprende  una  importante enseñanza:   si te das cuenta, condiciona   determinadas emociones  (odio en este caso)  al  poder del pensamiento,   es decir, a  esas cogniciones que constantemente bullen por la mente y que,  en ocasiones,  no quieren irse  dando vueltas y vueltas  sin parar ( esto es rumiación).  Muy  a menudo,  acaban distorsionando el  verdadero acontecer y la realidad.   

Los pensamientos  que  pueblan la mente humana  pueden,  según su calidad,  posicionar  el corazón (emociones)  y  con ello la propia vida,  de manera  positiva  o negativa.     Pueden llegar a ser muy dañinos  cuando giran si cesar sobre un mismo tema  agobiando a la persona  de manera  irracional,  no constructiva,  sin aportar  provecho alguno.  Puedes agotarte  en la lucha interna que supone la  "necesidad" de pensar y "re-pensar"  aquello que te impactó y/o hirió  y la tortura de actualizar una y otra vez aquel perjuicio. 

Toda rumiación indica  que no se ha procesado correctamente la situación que nos impactó. La vida está llena  de roces y fricciones;  si permanecemos anclados  en los mínimos tropiezos y  aquello  que nos disgusta,  entraremos en la vorágine del estrés  y el sinvivir.     Además,  la falta de eficacia para solucionar  este problema  suele producir  tristeza, frustración,  apatía, indefensión,  abotargamiento mental...   llegando a alterar la percepción correcta de lo que acontece  y la búsqueda de soluciones reales. 
En determinadas tendencias de personalidad,  esta actividad "rumiativa"  puede desembocar en trastornos obsesivos  de distinto calibre  que,  si se  cronifican y enquistan,  entrañan  un auténtico suplicio para la persona  afectando su salud  y calidad de vida.  

Como medida preventiva  básica,  hay  que  mentalizarse y  tener muy claro que la vida es una "Escuela"  que nunca busca destruirnos  sino fortalecer;   los  continuos  "retos", pruebas, dificultades que se presentan,  buscarán de ti  el mejor  afrontamiento:  movilización de recursos (a veces ignorados),  capacidad de aprendizaje,  relacionabilidad  de sostenimiento y  ayuda (red social)...  En definitiva, consolidarte como persona.    La vida es escuela de Resiliencia.  

 Cuando los pensamientos  alborotados y caóticos  buscan  instalarse  en nuestra mente  alimentando el ego con el victimismo,  la autocompasión,  el narcisismo,  el  odio o  los deseos de venganza,  en primer lugar hay que despertar  la Conciencia  Consciente: saber que  la persona es y será  siempre dueña de sus pensamientos. 
A continuación,  debes   valorar  con realismo su calidad  (pensamientos  constructivos o destructivos)  y saber diferenciarlos:   si  en verdad  te ayudan,  o  bien,  alimentan el egocentrismo, el  odio,  el resentimiento y el rencor  (verdaderos tóxicos del alma).

Si  fueren  pensamientos destructivos,  has  tener muy claro  que nunca serán  amigos ni aliados (por mucho que nos den la "razón" en todo  y nos adulen),  sino peligrosos enemigos.

Eres  dueño (no esclavo) de  tus  pensamientos;  el Yo los maneja,  los depura  y no  debes permitir  que ocurra lo contrario:  despidiéndolos  amablemente de la propia mente y haciéndoles luego caso omiso,  centrar la atención  en otras cosas.

Prácticas como la relajación,  meditación y oración,  mindfulness  ( arte de vivir el presente)...,  pueden ayudarte a retomar el control  sobre la mente y sus cogniciones.  A través de ella,  controlar  tus emociones.  A través de mente y emociones,  liberar y armonizar tu vida. 

domingo, 9 de octubre de 2016

AMIGOS Y AMISTAD



  Cuentan,  que Ananda,  discípulo amado de Buda, preguntó un día a su maestro:  "Maestro,  ¿es la Amistad la mitad de la vida espiritual?"    Y el maestro respondió:  "Más aún,  Ananda:  La Amistad es toda la vida espiritual"


Es  genial la intuición de vivir la vida del Espíritu en clave de amistad.  Pero,   como realidad trascendente y amorosa,  se hace imposible sin capacidad de  relaciones gratificantes y  plenas con las personas a nuestro alcance.   Y vice:   una amistad humana   verdadera supone,  conscientemente o no,  una interacción latente y activa  desde los planos más profundos del Ser,  que converge calladamente en el Espíritu de Dios.  La Psicología transpersonal entiende que  la relación con Uno mismo,  con el Otro y con Dios,   se alimentan de una misma Fuente.  


Por eso, la pequeña historia de Ananda y su maestro,  Buda,  habla con verdad.   En nuestra cultura, otros   grandes referentes espirituales ,  llegan a las mismas conclusiones:  Sta.   Teresa, la gran Mística de nuestra cultura,  por ejemplo,    valora tanto la amistad como relación humana  que, además de expandirla fraternalmente a su alrededor,  se hace capaz,   de forma  nueva y singular,  de hacer  Amistad  hasta con Dios. 

La Amistad es terapéutica.  La fuerza de sostenimiento  que supone  una red social relacional fuerte, bien tejida y consistente,  ayuda a muchas personas  a salir de muchos baches y oscuros túneles... permitiendo  respirar hondo  en  tantos momentos difíciles de la vida.

Pero,  no solamente hay que saber "teóricamente"  en qué consiste,  sino que,  lo verdaderamente importante,  es  reconocerla en la cotidianidad,  en la vida real de cada día  con reflejos  de sencillez,  afabilidad,  cercanía, nobleza,  confianza.   Porque pudiera ocurrir,  y  a menudo ocurre,  que  la "teoricidad narcisista"  se  "encandile" y  pierda en ella misma   sin aterrizar nunca ni saber concretar.   Una teoría  transformada en vida,  se acredita.
En el caso  de  la Amistad,   acaba siendo el mejor cementante social:   consolida relaciones personales o bien,  simplemente,  las deja fluir de manera benevolente,  solidaria y constructiva para todos.  Se   fortalece,  así,  esa red interaccional positiva  que densifica el tejido de una sociedad fuerte. 

  Amistad,  en sentido  óptimo, completo e integral,   supone  una actitud ante la vida,   penetra toda construcción  relacional,   y  autentifica el  amor en la diversidad de sus diseños, formatos, modalidades y patrones.  El amor adquiere en ella  consistencia,  veracidad, honestidad, densidad,  practicidad  y  realismo:  relaciones paterno-filiales, fraternas,  familiares en sentido amplio,  propiamente amistosas,   laborales ...;  incluso con las mascotas,  el mundo animal,  la naturaleza,  el ambiente, el universo;  la amistad llega hasta   las cosas materiales,  que nos son dadas  como un regalo  del progreso  para mayor  calidad de vida humana y  remiten,  en última instancia,  a la generosa bondad del  Dios Creador.   Con uno mismo promueve la autoaceptación siendo fuente de paz;    con  el Espíritu  crece haciéndose  partícipe  de su Sabiduría.
La amistad    todo lo hace bueno,  agradecido,  útil,  feliz  y eficaz.

No te encierres en ti mismo,  habla,  comunica,  dialoga,  comparte,  con aquel  que te inspira confianza,  aquél  del que puedes esperar una  escucha sincera,    comprensión segura,  la palabra  y el  aliento necesario.   La vida misma,  aprendiendo a vivirla ,  supone una escuela de terapia provista de valiosas herramientas  que hay que saber usar  para   el bienestar humano:  físico, psicológico,  espiritual.   Entre ellas,  la Amistad.  

La Humanidad entera en Amistad,  sería,  como último reto,  "el más bello logro del Universo"
Amistad  que construye y re-construye personas  porque  descansa en la confianza y  dinamiza en esperanza  todo lo que toca.  

Como dice el proverbio,  Un  amigo verdadero es aquel que llega cuando, aquellos que no lo son,   se van. 

sábado, 24 de septiembre de 2016

CONFIANZA



Pocas realidades humanas son tan motivantes,  dinámicas  y esperanzadoras.  

La Confianza es motor  activo  (no pasivo)  que nos permite   abrazar, conscientemente,   -evitando  recelos   comprensibles y naturales-,    el Misterioso  Amor  que  late  en el fondo de toda  vida humana.    Su  dinámica  fluyente  se debe,  justamente,  a la  vinculación que existe entre esta  actitud   profunda  del corazón y la virtud de la Humildad.  

Con- fianza.  Fiarse- con,  fiarse- de.   El  término confianza  refiere "la opinión,  sentimiento y criterio favorables de la persona con respecto a otra/ otras,   hacia la propia vida,  las circunstancias  o hacia  Dios...   creyendo en su capacidad de actuación correcta en determinada   situación".

Es la seguridad de una persona  en  Otro o en algo.   Es cualidad propia de los seres vivos, pero especialmente los humanos  pues,  aunque en los animales también  se observa,  no deja de ser una actitud instintiva,   mientras que los seres humanos  son capaces  de confianza consciente.     Al ser en éstos  tarea de conciencia despierta y voluntaria,  exige su esfuerzo  y tiene sus costes pero, cuando se llega a ella,   supone  una emoción  positiva, sanadora,  muy benéfica.    

Según  Laurence Cornu,  doctora en filosofía:   “ Es una actitud que concierne al futuro, en la medida en que este futuro depende de la acción de Otro. Es una especie de apuesta que consiste en no inquietarse del no-control del otro y del tiempo”.      

De alguna manera,  se suspende  esa  incertidumbre esencial,   inherente a la naturaleza humana, en su precariedad  ante los peligros de la vida  en un mundo  difícil  y,  a menudo,  hostil.   Alejando  las dudas de la mente y  la inquietud del corazón,  la persona se relaja y cree  firmemente en el bien que tiene o que vendrá.   La confianza  simplifica las relaciones  personales figurando  como uno  de los  cementantes  sociales  y de convivencia más básicos y elementales.    

La confianza tiene efectos  fisiológicos  ( bienestar físico,  felicidad,  amplitud  de los ritmos cardíaco y  respiratorio);   cognitivos  (la persona,  al relajarse y  olvidar crispaciones,  razona mejor y soluciona mejor los problemas de la vida...  con efectos positivos para uno mismo y para los demás); y conductuales  (la expresión corporal, distendida y   ligera,   genera  interacciones  sencillas, afables y cercanas,  el rostro relajado,  hecho a la sonrisa suave).   

Pero,  sobre todo,  de ahí  su importancia básica,   es fundamento  de la Amistad  y  de toda   buena comunicación,  además  de educir una fe  creíble en aquél  que  espera una vida trascendente.   

El valor de la confianza  estriba igualmente  en su medida  justa :   ni  deficitaria,  por recelo o desconfianza,   ni  en el exceso  que lleva al autoengaño  y  la falta de realismo.  Una confianza que espera  en la misma medida  que da,    lo mejor que puede y lo mejor de sí.   Entonces,  la vida fluye  y navega  en un equilibrio logrado.  

Para el Creyente,  la  confianza es garantía de su propia  fe.     Decíamos al  principio  que  es cualidad  hermana de la Humildad:  porque sólo el humilde aprende a vivir confiado  (el soberbio,  de todo y  todos  desconfía   salvo de  "sí  mismo"  resultando,   sin embargo,   en su  yo  mezquino, egocéntrico y narciso,   el  único realmente engañado).  El  humilde que lo da todo y  lo entrega todo,   sabe que  nada más puede hacer;   lo demás,    no depende ya de él...  Así,  aprende a vivir  abandonado.  

Como la madera del leño  que,  por naturaleza,  flota  tanto en el mar tranquilo  como en el río impetuoso,   el alma confiada  flota  "por naturaleza"  en el río de la vida,  se abandona en él, sostenida  "secretamente"  por ese  Amor de Dios  que, sabiamente y en silencio,  la conducirá siempre al mejor  puerto.  



domingo, 11 de septiembre de 2016

ZONA DE CONFORT Y CRECIMIENTO

A menudo he pensado que los mayores enemigos  de todo   crecimiento  humano y social son, por un lado, la comodidad (la psicología moderna habla de la particular "zona de confort"   que hay que atreverse a traspasar   para alcanzar cotas más altas y verdaderas de libertad y  felicidad).  
Por otro lado,  los miedos  que paralizan,  por su capacidad de suscitar   fantasmas cuestionables  surgiendo del más leve soplo de  brisa o viento...

Resulta que dicha  "zona de confort"  y el miedo, son factores profundamente interrelacionados.  

Todo "espacio de confort"  supone instalación,  comodidad  o acedia,  con desinterés,  desmotivación y   adormecimiento  para todo lo demás.   El problema es que,  al ser  la dinámica  un  factor necesario para el  adecuado  desarrollo humano,  genera   estancamiento;  implica,  igualmente, la no resolución de muchos asuntos personales pendientes que,  normalmente,  acaban  aflorando en la vida antes o después,  y  entonces  habrá que  afrontarlos por fuerza  se quiera o no.  

La persona  "acomodada",  acaba viviendo pasivamente la vida,  se deja llevar por ella  minimizando o anulando los riesgos  pero, al mismo tiempo,  vive sin motivación estimulante,  sin esos incentivos  existenciales que hacen a una persona sentirse viva. 

El atreverse a  salir de esa zona protegida,  no  es de héroes,  pero sí de valerosos  enamorados de la vida  que quieren ampliar la vivencia de ésta,  explorar sus riquezas  desconocidas,  su sabiduría y lecciones ocultas,  más allá de las murallas del "ghetto" particular,  protegido. Aquí,  la vida permanece  atenta  porque  reclama  desarrollo  y  crecimiento   esperándonos siempre,  más allá,   hacia una  plenitud creciente.

De esta manera,  salir de esta zona de confort  paralizante,  que acaba siendo rutinaria  y anodina,  implica   perder los miedos.  Miedos que residen en nuestro interior despertando  fantasmas que no se corresponden  con una realidad concreta.  Para ello,  hay que trabajar pensamientos, ideas, emociones,  sentimientos. ... 

Una vez tomada la  determinación,  hay que ponerse a ello  y aplicarse cada día:  sentir interés por lo nuevo,  cambiar costumbres,  tomar rutas distintas en lugar de las habituales,...  experimentar conscientemente la vida.   Todo ello de manera persistente,  perseverante y mantenida.  Teniendo en cuenta que el crecimiento, el verdadero desarrollo interior,  será  siempre  un camino,  no puerto de llegada. 
Tampoco se trata de esperar nada espectacular pero el simple mejorar un poquito cada día, puede ser una proeza:  mejores seres humanos  que ayuden a otros para,  entre todos,  conseguir  un mundo más bueno y mejor.    

En psicología,  los miedos y la ansiedad  que generan  se curan con  tratamientos de exposición.   Es decir,  con afrontamiento.  Poquito a poco,   incrementando  cada vez  el tiempo,   la cercanía y la  implicación,  comprobar,  "aprender"  que no pasa nada,  y que lo bueno construye siempre. 

Convenciéndose experiencialmente  de que aquellos miedos eran infundados,   la persona se libera y crece.

viernes, 9 de septiembre de 2016

NIVEL MORAL




A veces nos planteamos la conciencia del bien y del mal...  De dónde viene.  ¿Existe un sustrato innato,  o bien, todo depende el contexto cultural  en el que la persona crece,  se modela y configura? 
Si analizamos con suficiente perspectiva  la evolución de la propia vida,  la vida de otros,  y también la evolución  de grandes colectivos,   nos daremos cuenta de que  con el transcurrir del tiempo,   no justificamos  las decisiones  de igual manera,  ni argumentamos  con  las mismas  razones.    La conciencia moral  es una estructura personal cuya  función  consiste en  tomar decisiones  sobre lo que debemos hacer y lo que debemos rechazar. 
La evolución  general  avanza  (al igual que la psicología infantil),  desde niveles más inmaduros y  egocéntricos,  hacia niveles más maduros y altruistas.   Aunque, también es verdad,  algunos  quedan  anclados  en niveles  anteriores,  incapaces,  psicológicamente,  de ir más allá. 

Khoelberg,  psicólogo contemporáneo,   discípulo  del  gran evolutivo Jean Piaget,   considera que  el desarrollo moral   de una persona  (acompañado por un desarrollo psicológico concomitante),    pasa por tres grandes niveles: preconvencional,  convencional  y postconvencional.  

Cada nivel  contendría dos estadios  o subniveles,  así,  el  nivel  más primitivo o  preconvencional  (en el cual,  el stma. normativo es una realidad  externa que regula la  vida y la  conducta siendo respetado únicamente por las consecuencias de premio o castigo que se producen)  pasaría por el estadio 1  (obediencia y miedo al castigo)  y por el estadio 2  (favorecimiento de los propios intereses:  "hedonismo ingenuo").
El mundo  de la infancia,  hasta la adolescencia,  se  encontraría en este nivel.

En el  nivel convencional  las personas viven  identificadas con el grupo  y  procuran responder según las expectativas que los demás tienen sobre ellos.  Algo será "bueno o malo"  según lo considere  el grupo social  de pertenencia.  
Este nivel  integra el  estadio 3  ( las personas procuran agradar a los más próximos significativos;  la primera adolescencia se mueve aquí  pero muchos adultos  permanecen  anclados  en este estadio)  y  el estadio  4 ( la persona se deja guiar por las normas sociales  establecidas).  
 En este nivel  comienza la autonomía moral  que responde  a las normas,  no por autoritarismo  ni miedo al castigo,  sino por responsabilidad hacia el bien común.  Se supone la "edad  adulta  de la moral"  y,  en un desarrollo adecuado,  se llega a él ya pasada la adolescencia.  

El  nivel  post-convencional  supone comprensión y  aceptación  de aquellos principios morales generales que, de fondo,  inspiran las normas.  Es decir,  los principios racionalmente escogidos  tienen más valor que las normas.    Comprendería  el  estadio 5,  de los derechos y libertades  humanas   (las normas que fueran en contra de ellas, se pueden ignorar  apelando a la conciencia).  Y el estadio 6  de los  principios  éticos universales   (que  tienen prioridad sobre las obligaciones legales e institucionales convencionales).  
Aquí impera la regla de oro de la moralidad : "no quieras para otro lo que no quieras para ti"  o,  "lo que quieras para ti,  propícialo para los demás",    que sería el  "ama a tu prójimo como a ti mismo"  que enseñó   Jesús.   Sería el nivel  de los grandes luchadores contra la injusticia:  Jesús,  Gandhi,  Luther King... 

Se trabaja actualmente en un posible   nivel  post-post  convencional  que implicaría  la conciencia Mística,  más allá de lo meramente  humano,  que  alcanzarían  aquellos grandes Humanistas  que son también  grandes Maestros  Espirituales   (igualmente,  Jesucristo,  Gandhi,   Luther King...).

 De todo esto se infiere,   el  gran peso de la conciencia humana  en el análisis de la realidad   y  se entiende, así,   la manera  diferente  de ver las cosas entre las personas  dependiendo  del nivel  de conciencia  en que  se hallare cada cual  (según su momento de vida).    

El desarrollo  evolutivo  de la vida es un vector  de sentido irreversible   aunque  no todos avanzan  a la misma velocidad.   Por eso,   hay  que tener paciencia,  saber  dialogar,  saber  esperar  sin abandonar la propia marcha  pero respetando profundamente  el  momento de cada cual,  y  confiando en esa Fuerza (algunos decimos Espíritu),   que hace avanzar el mundo  (y al ser humano en él),  y no lo detendrá.    

miércoles, 7 de septiembre de 2016

TODO ES COMIENZO





Sabemos que los grandes procesos  de esta vida  avanzan en  períodos cíclicos  en una dirección conjunta  (inteligente) hacia una  Destino común.  
Es la espiral evolutiva.   Es decir,  ciclos,  uno tras otro,  configurando  globalmente   una trayectoria rectilínea,   una progresión;  siempre hacia adelante  aunque cada ciclo suponga,  en su particular trayecto, aspectos "coyunturalmente  involutivos  o regresivos" (caídas y levantadas).  Pero la Resultante final  es vector que apunta claramente en una misma dirección,  ascendente y de progreso en  grandeza y libertad (individual y como raza humana).  

Por eso importa también  velar,  tener paciencia  y dar tiempo al tiempo  permaneciendo alerta para que los giros  naturales  no nos "traguen" involutivamente  y nos acomoden,  conformándonos en la injusticia  (propia y/o ajena), adormeciendo nuestro deseo de caminar, crecer y ser libres.   Hay que aprender, abrir brechas, resquicios y hendiduras  en nuestro espacio de confort,  y  atreverse a volar.   

Para ello,  en primer lugar,  hay que aprender a Mirar.    
Clamar por esa  Mirada,   que aprende después  a encontrar lo mismo dentro que fuera:  amor.     Mirada no impostada sino real,   que brota de lo más hondo,    Una Mirada que  ve  y también nos habita,  que nos hace plenos por dentro y  nos impulsa  a buscar   por fuera   ese amor  que existe y se ofrece,  Infinito,  por doquier;    nos  reclama y nos espera  porque  necesita ser visto,  reconocido y  encontrado.

El Amor Infinito es también finito,  en su inmensidad se hace concreto,  en su complejidad,  simple, en su diversidad, uno,  en su inaccesibilidad se hace  también accesible.    Toda mirada  despierta y libre  sabe pozar el amor  que le inunda por dentro,  traduciendo  y proyectándolo, necesariamente, hacia el otro:  un gesto, una   palabra;  escucha,  paciencia, generosidad,  solidaridad;   cercanía, comprensión,  acogida.     Una y otra vez;  cada día,   siempre  "de nuevo".
Ofrezco, para ilustrar, un cuentecillo sabio,  muy interesante,  que aporta pistas  certeras: 

 El amor y el tiempo
Había una vez una isla muy linda y de naturaleza indescriptible, en la que vivían todos los sentimientos y valores del ser humano:  El Buen Humor, la Tristeza, el orgullo,   la riqueza,  la  Sabiduría… como también, todos los demás, incluso el AMOR.
Un día se anunció a los sentimientos que la isla estaba por hundirse.
Entonces todos prepararon sus barcos y partieron. Únicamente el AMOR quedó esperando solo, pacientemente, hasta el último momento.
Cuando la isla estuvo a punto de hundirse, el AMOR decidió pedir ayuda.
La riqueza pasó cerca del AMOR en una barca lujosísima y el AMOR le dijo: “Riqueza… ¿me puedes llevar contigo?” – No puedo porque tengo mucho oro y plata dentro de mi barca y no hay lugar para ti, lo siento, AMOR…
Entonces el Amor decidió pedirle al Orgullo que estaba pasando en una magnifica barca. “Orgullo te ruego… ¿puedes llevarme contigo?
No puedo llevarte AMOR… respondió el Orgullo: – Aquí todo es perfecto, podrías arruinar mi barca y ¿Cómo quedaría mi reputación?
Entonces el AMOR dijo a la Tristeza que se estaba acercando: “Tristeza te lo pido, déjame ir contigo”. – No AMOR… respondió la Tristeza. – Estoy tan triste que necesito estar sola.
Luego el Buen Humor pasó frente al AMOR, pero estaba tan contento que no sintió que lo estaban llamando.
De repente una voz dijo: “Ven AMOR te llevo conmigo”. El AMOR miró a ver quien le hablaba y vio a un viejo.
El AMOR se sintió tan contento y lleno de gozo que se olvidó de preguntar el nombre del anciano.
Cuando llegó a tierra firme, el anciano se fue. El AMOR se dio cuenta de cuanto le debía y le pregunto al Saber: “Saber, ¿puedes decirme quien era este que me ayudo?”.
-“Ha sido el TIEMPO”, respondió el Saber, con voz serena.
-¿El Tiempo?… se preguntó el AMOR, ¿Por qué será que el tiempo me ha ayudado?
Porque solo el Tiempo es capaz de comprender cuan importante es el AMOR en la vida.

domingo, 4 de septiembre de 2016

PRESENTACIÓN DEL BLOG

Hola, amigos.  Me llamo M. Azucena y firmo amar   (a manera de  acrónimo libre  sobre maría azucena).

Soy  Psicóloga  licenciada por la Uned  con estudios de  medicina (media carrera médica)   y atiendo desde  hace tiempo, on line,  a personas  que necesitan mi ayuda.  Quisiera prolongar,  desde aquí,  esta misma acogida  hacia todos aquellos que quieran mejorar su vida,  superar obstáculos y dificultades  del día a día,   relacionarse bien  y convivir mejor.    En definitiva,  lograr para  uno mismo y para los demás que nos rodean,  una  existencia más rica,  plena y feliz.     

Para ello,  una Psicología integradora e integral,  incluyente  (Psicología  Cognitiva,  Transpersonal, Humanismo, Funcionalismo,  Constructivismo...),  que asume la Espiritualidad como una dimensión fundamental del ser humano,   es la mejor propuesta  para  adaptarse,  de la manera más adecuada a cada caso particular concreto en un momento determinado;    allanar caminos y seguir creciendo.  

 Iniciamos una andadura  compartida  deseando que sea  provechosa  para todo aquel  que quiera  acompañar,  interactuar... Caminar con ella.  Todo es comienzo.